Esa historia de la paridad política es una absoluta parida. Que haya que confeccionar las listas electorales por cuotas de sexo dará pie a que, en el futuro inmediato, cuando la población española siga envejeciendo, se realicen las listas por cuotas de edad, a beneficio de la gerontocracia. Y habrá que meter a jubilados y pensionistas con calzador a hacer campaña con jóvenes abogados sin oficio en busca de beneficio, primadonas, advenedizos, inmigrantes y cuneros. El día que los partidos políticos se decidan a elegir a los mejores de los disponibles (por lo general, los mejores suelen huir del cáliz de la política, que acostumbra a dar de beber agrio caldo avinagrado donde mojar pan ácimo) se acabarán las cuotas y las pamplinas. Y si ellas son más comprometidas y están más preparadas, que gobiernen ellas.