Fue todo tan precipitado, me refiero a la convocatoria del presidente del Gobierno y la ministra de la Vivienda, que cabía pensar lo mejor o lo peor, dependiendo del momento en el que cada cual se encontrara. Para muchos ha sido un anuncio largamente esperado. Para otros ha sido un acto de electoralismo puro y duro. Los partidos políticos han sido los primeros en manifestarse precisamente tachando de electoralistas las dos medidas del futuro Plan de Acceso a la Vivienda que presidente y ministra avanzaron por sorpresa.

Los jóvenes en general aplauden las iniciativas pero confiesan no creerse nada hasta que lo vean. No me extraña su incredulidad. Se les ha prometido tanto a lo largo de la democracia y se les ha dado tan poco que por eso se muestran un tanto escépticos.

El escepticismo es la nota predominante entre los jóvenes que quieren y no pueden pagar el alquiler de una vivienda. Desde luego, se lo han puesto en bandeja. A ver. El Ejecutivo, que para eso ejecuta esta y otras medidas que también huelen y suenan a electorales, como los 2.500 euros por bebé nacido, concederá ayudas de 210 euros mensuales a jóvenes de entre 22 y 30 años. Las desgravaciones fiscales al alquiler, según han adelantado, serán idénticas a las de la compra de una casa y si por un casual, los titulares del contrato en alquiler son más de uno, se prorrateará la prestación. Todo fabuloso y absolutamente generoso.

Lo malo es el precio de los alquileres que siempre es muy superior al de la cifra ofrecida. Claro que esa cifra corresponde a una ayuda, no al pago total. Si con eso se consigue que los más jóvenes no tengan que hacinarse en viviendas de poco más de 60 metros, vivir en cuchitriles y realizar trabajos extra nada recomendables para poder pagar al casero o a la casera, bien va la cosa.

Y digo yo que a ver en qué queda la cosa porque, en un primer vistazo, se estima que hasta 361.000 jóvenes puedan solicitar esta ayuda económica. Esa cifra se corresponde con 180.500 contratos de alquiler. Y ya sabemos qué ha dicho el ministro Solbes al respecto. Si, además, empiezan a nacer niños sin parar y hay que abrirles cartillas de ahorro con 2.500 euros, menos es nada, no sé de dónde se va a sacar para cubrir tantas necesidades. Me temo que se dé de lado al importante y paciente colectivo de pensionistas, a las viudas, a los parados de larga duración, a todas aquellas personas que reciben subsidios de risa, personas que también votan, y a las que se ofrece ayuda con cuentagotas.

No obstante, para los afectos a la picaresca, hay que advertir que hay letra pequeña. Pero como no hay mal que por bien no venga se incentivará la construcción de viviendas de alquiler y se apoyará la emancipación de los jóvenes. Mira qué bien. Se acabó eso de vivir bajo techo paterno pasada la treintena. La olla boba tiene los meses contados. Con 22 años podrán ponerlos de patitas en la calle sin remordimiento alguno. Siempre les quedará la posibilidad de seguir ejerciendo la maternidad responsable llenándoles el "tupperware" nuestro de cada día con la paella sobrante, el guiso de carne o las lentejas estofadas para evitar que se hagan víctimas de la comida basura. Y en el peor de los casos, los padres tendrán que "apoquinar" menos para que sus retoños lleguen a fin de mes, gracias al Gobierno patrio. Eso es generosidad.