Álex de la Iglesia ha vuelto a 30 Monedas a lo grande. La segunda temporada ha terminado esta semana en HBO Max brindando a sus seguidores un espectáculo palomitero con unos efectos especiales que no desmerecen al de cualquier otra superproducción hollywoodiense. No es un dato anecdótico, porque venimos de unos tiempos en los que prácticamente toda la línea europea de series de HBO ha sido fulminada como si hubieran sufrido la mirada de Dios (entender la referencia sería un spoiler y a lo largo de este artículo habrá muchos más). Muchos de los títulos de producción española de la plataforma han sido cedidos a otras, no sabemos si para siempre o a la espera de tiempos mejores. Sin abandonar el tono de comedia un tanto gamberra al que nos tiene acostumbrados, De la Iglesia nos ofrece un despliegue de adrenalina y acción que va in crescendo para evadirnos ante la pantalla.

HBO ha confiado en 30 Monedas hasta el punto de no limitarla al público español, sino con vistas a su explotación comercial más allá de nuestras fronteras, como ya hizo Netflix con La casa de papel. Y eso es algo que se ha notado en esta segunda temporada. Si la primera entrega fue una especie de versión megaextendida de El día de la bestia, en los nuevos episodios nos encontramos con que se ha ampliado la mirada y se pretende llegar a una audiencia mucho más amplia. Las referencias al cine fantástico y de terror, muchas veces de serie B, que tuvimos en la primera se extienden ahora a todos esos grandes éxitos del cine comercial de los 80 y los 90 que despertarán en más de uno la vena nostálgica. Estos guiños y homenajes ya no se ciñen sólo al cine de terror, sino que se abren a muchos más géneros y por momentos nos encontramos ante una especie de Stranger Things a la española, pasada por la licuadora de Alex de la Iglesia, y plagada de referencias de películas que debieron hacer al cineasta disfrutar como un enano ante la pantalla desde la butaca.

Dos años después nos llega esta segunda temporada que arranca con un pequeño salto temporal del momento en el que dejamos a todos los personajes al final de la primera. Las murallas de Pedraza (Segovia) se nos han quedado pequeñas y los personajes se expanden por todo el mundo e incluso por el inframundo. De los campos de Castilla, a Barcelona Madrid, Roma y hasta Nazca en Perú. Como ocurre en buena parte de las trilogías sagradas de los 80, si en la primera parte te presentaban a los personajes viviendo una gran aventura que sería el inicio de una gran amistad, en la segunda parte la comunidad se divide en varios grupos y es raro verlos a todos juntos en pantalla. La gran reunión se pospone para el desenlace. Así que el que haya visto el final tendrá muy claro que hay intención de hacer una tercera temporada.

La mayoría de los habitantes de ese pueblo de Segovia donde arrancó la serie están ahora ingresados en una especie de centro psiquiátrico, mientras otros viven ocultos para eludir la mirada de los conspiradores que buscan las treinta monedas, las que cobró Judas por traicionar a Cristo. Salvo el padre Vergara (Eduard Fernández), que tiene su estancia en el mismísimo infierno después de cómo terminó su personaje al final de la primera temporada. En estas escenas en tierras demoniacas, empieza el festival de homenajes con unas criaturas que disfrutan torturando las almas de los condenados que recuerdan mucho a los cenobitas, esos monstruosos seres creados por Clive Barker en la saga Hellraiser.

Miguel Ángel Silvestre, en un papel alejado de la faceta de galán a los que nos tiene acostumbrados, mantiene oculta en un hospital como paciente sin identificar a una Elena (Megan Montaner) que está en coma tras el final de la temporada anterior. El repentino embarazo de ésta tiene muchos guiños a La semilla del diablo de Roman Polanski, pero pronto la trama toma otros derroteros con ese arañusco que ya vimos en la primera temporada y que podría estar sacado de los conductos de ventilación de la Nostromo en la película Alien de Ridley Scott. Si en la primera temporada veíamos cómo Carmen Machi era capaz de darnos mucho miedo a causa de estos bichos; son estas criaturas las que nos traen otro de los cameos de la temporada, el de Carmina Barrios, como matrona de un parto terrorífico que nos genera tanta tensión como la escena de la sobredosis de Pulp Fiction de Tarantino. A medida que van avanzando los capítulos las referencias se van ampliando hacia otros caminos más alejados de los universos de Lovecraft o Stephen King. Hasta tenemos un duelo de espadas en una tienda de espadas toledana donde vemos una colección de armas muy parecida al trono de hierro de la gran franquicia de HBO Juego de Tronos.

Repite prácticamente todo el elenco de la primera temporada, aunque tenemos la incorporación de nuevos personajes. Como el de esa youtuber/influencer interpretada por Najwa Nimri que investiga conspiraciones sobrenaturales a lo Cuarto Milenio; o Paul Giamatti como Christian Barbow en el papel de villano, archi millonario que parece sacado de una película de James Bond y que busca destruir el mundo, literalmente, para renacer en uno nuevo. Incluso hay un asalto a una de bases en el desenlace de la trama que parece sacado del clímax de algunos de los títulos clásicos de la saga del espía británico con licencia para matar. Su presencia en el reparto nos da la idea de que estamos en un a producción internacional. Hasta la serie se puede ver con doblaje en inglés en la plataforma. Al lado de Barbow parece haberse acomodado muy bien el personaje de Macarena Gómez, que sigue siendo uno de los mejores de la serie y que sigue avanzando con pasos decididos a convertirse en la gran villana. Como en Star Wars, los malos con poderes telekinéticos son capaces de estrangular a distancia mientras estiran el brazo y aprietan el puño, al más puro estilo Darth Vader. "Me ha fallado usted por última vez" o "su carencia de fe resulta molesta", son dos frases que no nos hubiéramos sorprendido de escuchar en el diálogo. Seguimos con la factoría de George Lucas, porque la búsqueda de ese libro que podría ser la clave para evitar la destrucción del mundo parece el momento en el que Indiana Jones encuentra el arca perdida. Por cierto, que la última entrega de las aventuras del arqueólogo interpretado por Harrison Ford (Indiana Jones y el dial del destino) ya está en Disney Plus. Tampoco se nos puede olvidar que había libros que mataban a sus lectores en El nombre de la rosa, pero éste parece más sacado de mitología lovecraftiana y el Necronomicón.

Que las 30 monedas eran objetos de gran poder ya nos quedó claro en la primera temporada. Aquí vemos como sus portadores llegan a usarlas como si fueran los anillos de poder del cuerpo de Green Lanterns que vigila la galaxia en los cómics de DC y que, tras un fracaso en su adaptación cinematográfica, tiene bastantes números de tener un nuevo reboot en forma de serie televisiva. Al igual que en el Marvel y DC en 30 Monedas también tenemos multiversos y realidades alternativas. Aunque hay que admitir que el propio Alex de Iglesia ya se metió en ese jardín en La habitación del hijo, ese escalofriante largometraje que formaba parte de un homenaje a las Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador que le hicieron varios cineastas españoles en 2006.

Hay muchos más guiños y los que se me habrán escapado. El ojo de Dios con el que Barbow intenta destruir el mundo parece más el ojo de Saurón en El señor de los anillos. Y como con la divinidad hemos topado, nada más apropiado que el look del resucitado padre Vergara en el clímax final nos recuerde mucho al de Chartlon Heston como Moisés en Los diez mandamientos cuando recibe las tablas de la Ley en la cima del monte Sinaí. El padre Vergara bien podría ser el elegido, como Neo en Matrix, inmune a los cientos de balas que un ejército de policías le disparan en un aeropuerto. En este repaso a otros guiños que he visto en esta temporada está también encontré similitudes entre el gran ordenador que usa la organización de Barbow con la nave del final de Encuentros en la tercera fase. Porque si hablamos de naves no podemos obviar tampoco ese platillo volante redondo de las películas de ovnis en blanco y negro que aparece al final y que es clave para ese viaje entre universos.

El final de la segunda temporada de 30 Monedas nos sugiere que estamos ante un reinicio de todo. Un reboot en el que los protagonistas podrán corregir aquello que hicieron mal. Pero ante esta internacionalización de la serie, ¿nos quedaremos en Pedraza o descubriremos más escenarios? Porque si la serie se queda tal y como la cierran y HBO no encarga más temporadas, bien podría servir como otro homenaje a los inesperados finales de títulos como The Twiligth Zone.