No es ni estúpida ni ridícula, pero tampoco rebasa el nivel propio de un producto de serie B destinado a espectadores menudos. Lo curioso, eso sí, es que nos pone en contacto con un cine familiar sueco abiertamente comercial que es ajeno por completo a nuestras pantallas sin que haya en realidad motivos de peso para que adquiera semejante privilegio. De hecho el poco cine nórdico que se estrena en España es el que viene arropado por premios en festivales o, como la reciente y espléndida El abuelo que saltó por la ventana y se largó, por su gran éxito internacional.

El caso es que este octavo largometraje de Hannes Holm, de los que solo dos se han visto en nuestro país a través de los videoclubs, Eva y Adán y Nunca ocurre lo que uno espera, no parece que vaya a tener demasiada fortuna en estos lares. Como el título presagia, la cinta utiliza un esquema más que tópico y socorrido, el de las peripecias que vive una familia que pasa sus vacaciones en el extranjero, en un entorno muy diferente al que define su vida cotidiana.

Se ha valido de un libro de Anders Jacobsson y Soren Olssen, adaptado por el primero, que trata de llegar al público a través del factor exótico, ya que el escenario es la isla griega de Rodas, y de las vicisitudes de distinto signo de un clan de clase media a través de dos de sus miembros, el adolescente protagonista, Sunne, y su padre Rudolf, un controlador de hacienda obsesionado con el ahorro. Asiduos veraneantes en la llamada Mosquito Island, que los hijos detestan, los Andersson tienen la oportunidad este año de cambiar de aires y hacerlo en Grecia gracias a la decisión de su jefe de renunciar a ir al país mediterráneo por razones de fuerza mayor.

Rudolf, que debe sustituirle, acepta encantado el tema porque le supone reducir el gasto, aunque a última hora, y para no frustrar a una familia que está ilusionada con el cambio, ni siquiera la rectificación de su jefe le lleva a modificar los planes. Con la satisfacción extra de que el viaje conlleva un ventajoso todo incluido.

De este modo la prole se instala en un hotel saturado de turistas que tienen en la playa su máximo aliciente y que va a permitir a Sunne vivir un ingenuo romance y a sus hermanos encontrar soluciones para desterrar el aburrimiento.