Exquisita, absorbente y con una notable capacidad de fascinación, esta película nos devuelve al Giuseppe Tornatore de ´Cinema Paradiso´ y nos invita a un espectáculo espléndido que combina el drama romántico con el de misterio, asumiendo influencias de Alfred Hitchcock. Si, además, tenemos en cuenta que se basa en un guión del propio director, los elogios se incrementan y están más que justificados.

No sorprende que la vieran más de un millón y medio de espectadores en su país y que sea, por derecho propio, uno de los títulos italianos más interesantes llegados a las pantallas españolas en los últimos tiempos.

Al trabajo impecable y preciso del cineasta hay que unir la lección que ofrece el actor australiano Geoffrey Rush, ganador del Oscar en 1997 por 'Shine' y nominado en otras tres ocasiones, la última por 'El discurso del Rey'. Varias y relevantes virtudes que mantienen al auditorio intensamente involucrado en lo que está viendo las dos horas largas de metraje.

Aunque plenamente italiana, la cinta se rodó en inglés para facilitar las cosas al protagonista y a un reparto, que incluye también al veterano Donald Sutherland, en su mayoría anglosajón. El factor, con todo, que más llama la atención es esa magia de Tornatore para que las imágenes seduzcan hasta tal punto que uno se siente inmerso por completo en una trama que va ganando en intensidad a medida que avanza y que, cuando parece que todo está resuelto, todavía tiene recursos para asombrar y sorprender.

No es solo que el tema, el mundo de las subastas y de las tasaciones en el ámbito del arte, sea bastante original, también que está plasmado con un rigor y con una profundidad notorias. Se vale para ello de un perfecto anfitrión, un agente de subastas llamado Virgil Oldman, que aparte de ser uno de los mejores profesionales del mundo en la materia se ha hecho, con la ayuda de un cómplice ideal, con una colección de auténticas obras maestras de la pintura a precios muy ventajosos.

La vida, sin embargo, de este hombre, un misógino que ha vivido siempre en soledad su deleite por todo lo que supone arte, experimenta un cambio radical cuando una extraña joven de 27 años, Claire, le encarga que efectúe una tasación del gran patrimonio artístico que le han legado sus padres, recogido todo él en la lujosa y bellísima mansión familiar. Lo sorprendente de este personaje es que sufre una extraña enfermedad, cargada de fobias, que le impide salir de un encierro voluntario.