a escuela actual afronta el reto de dar respuesta a un alumnado heterogéneo. Uno de los mayores desafíos es atender a la neurodiversidad por la que el docente debe enseñar a un grupo de escolares con estilos de aprendizaje muy diferentes. En la pluralidad de la población escolar los estudios revelan que entre un 2 y un 5% del alumnado tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), uno de los trastornos del neurodesarrollo más presentes en la población infanto-juvenil.

La idea de trastorno define una condición en la que se ven alteradas cualitativamente un conjunto de capacidades en el desarrollo comunicativo, social y cognitivo, debido a lo cual el niño dará una respuesta desajustada conforme a lo que se espera de él. A la hora de identificar estas dificultades, también es preciso considerar que vamos a encontrar una expresión de síntomas con distinta intensidad.

En el TDAH está involucrado mucho más que el control atencional, la impulsividad y la hiperactividad. El razonamiento general, la solución de problemas y el sentido del tiempo, forman parte de la dificultad a la hora de organizar y planificar la información para conseguir objetivos. Las dificultades gráficas que se reflejan en el dibujo y en la escritura avisan de un desarrollo inmaduro en la coordinación visuomanual que el niño no puede manejar a voluntad. Problemas en el almacenamiento de memoria harán que pierda el hilo de memoria y puede que no recuerde incluso cuando atiende. Este inconveniente se suma a las limitaciones a la hora de analizarla y sintetizar los contenidos, por lo que se multiplica el esfuerzo que el escolar con TDAH debe hacer para dar respuesta a un sistema que expone la información para una atención sostenida, capacidad de análisis y reflexión.

Esto no es todo, ya que el TDAH aparece con frecuencia asociado a otros trastornos que se expresan en dificultades de lectoescritura y conductas desadaptadas. De todos los hándicaps que trae consigo el TDAH, los inconvenientes para una respuesta emocional adecuada es uno de los menos considerados. Los niños y adolescentes con TDAH se enfrentan a una serie de dificultades en el plano afectivo y relacional, derivadas de la sintomatología del trastorno que les convierte en una población especialmente vulnerable y sensible a los problemas en el ámbito emocional, por lo que resulta un aspecto clave a tener en cuenta a la hora de considerar los diferentes apoyos.

Así, para una atención eficiente a las necesidades específicas de los escolares con TDAH, las medidas educativas favorables requieren la adaptación de medidas organizativas y metodológicas -apoyo, actividades, temporización, adaptación de técnicas, tiempos e instrumentos de evaluación-, con una valoración y adecuación del contexto. Sin desestimar la necesaria atención a la repercusión emocional que se deriva de la interacción con el entorno.

En este proceso no debe mantenerse al margen la familia del alumno, con la que conviene establecer un modelo de relación familia-escuela eficiente, en el que se marquen objetivos y se definan roles para que cada uno aporte las ayudas necesarias.

En todo caso, el docente que conoce de características del TDAH está en mejores condiciones para interpretar algunas manifestaciones inadecuadas dentro del aula y para articular los apoyos necesarios, a fin de paliar las dificultades de sus alumnos y, de este modo, librarles de la sensación continuada de fracaso que muchos escolares con TDAH acumulan en su historia de aprendizaje.