antonio Mairena. El gran Maestro de Los Alcores era un genio. Lo era en muchos aspectos más allá de los puramente musicales y flamencos, que también. Su capacidad para percibir aspectos tan sutiles como la riqueza cultura de una colectividad en cuanto a entender y querer la música no tenían desperdicio. Tuvo presencia física únicamente en dos ocasiones en nuestra ciudad, aunque conocimiento continuado por referencias de otra índole. Indicios suficientes para captar nuestra inclinación general por la música y de forma particular por el flamenco. Por eso, partiendo del concepto de flamenco y lo flamenco, bautiza a Zamora con el noble y elogioso término de "La Andalucía del norte". Indudablemente, un gran honor no exento de responsabilidad para todos los zamoranos, tanto los de la diáspora -la mayoría- como los que residimos por estos lares.

Cada año, por estas fechas, se demuestra que tal "nombramiento" se cumple con creces. Multitud de personas se dan cita en cada edición del Festival Flamenco de Zamora, como en esta cuadragésima sexta edición, con la diferencia de que ha sido la de mayor afluencia de público. La plaza de la Catedral se quedó pequeña. El público asistente, venido desde lo largo y ancho de la geografía patria achicó el espacio hasta forzar el cuelgue de papel agotado. Por eso el éxito ha estado ahí, en los innumerables visitantes que se prodigarán con el eslogan de "Zamora, ciudad románica y flamenca", la repercusión mediática en los medios de comunicación -incluyendo las televisiones nacionales- y el multiplicativo eco en las redes sociales. Dos largas horas de espectáculo en estado puro. En definitiva: Éxito sin parangón posible, con un pero en forma de desapacible aire a lo largo de todo el concierto. El propio Poveda estuvo tentado para "pediros que suba alguno a darme un beso. Bueno, también admito el de alguna. Un beso de madre no estaría mal". Inclemencias ventosas al margen, los chascarrillos, la empatía, el buen humor y la entrega emocional, fueron la tónica durante las dos largas horas de recital, que a todos dejó satisfechos. Aficionados flamencos de pro y a los otros, la mayoría, aficionados a Poveda. Todo y todos valen. Merecen el mismo respeto y consideración y, además, a través de este monumental artista, pueden asomarse a otras interpretaciones flamencas diferentes.

En definitiva, el mayúsculo acierto que han tenido el presidente peñista Santiago García Martín, muy bien respaldado por el secretario Eduardo Abril Esteban, trayendo a Zamora a Miguel Poveda es de destacar y reconocer públicamente.

Son las diez y dos minutos de la noche. El presentador, Alberto Rodríguez, toma el micro para exclamar "buenas noches, Zamora" quedándose casi sin resuello al dar la bienvenida a público tan variopinto geográficamente hablando. Resalta los grandes motivos por los que el flamenco zamorano está en la gran historia del flamenco general y se centra en su más significada consecuencia: la presencia de los restos del egregio flamencólogo José Blas Vega en Morales del Vino, para recordarlo y homenajearlo, a través de su viuda Maritere Ruiz, con un modesto, pero significativo ramo de claveles rojos entregado por el presidente de la Peña y coordinador del Festival, Santiago García.

Aparecen los cuatro músicos en escena precedidos por el gran Miguel Poveda.

Malagueñas de Enrique el Mellizo, Antonio Chacón, rondeña y jabera. Preciosa puesta en escena; "Aires de Caí", anuncia: Alegrías, pero además, cantiñas del Pinini, cantiñas, alegrías y amplia muestra de bulerías de Cádiz.

Disertación simpática y entretenida, en la que por equivocación le atribuye a Zamora la celebración de su cincuenta festival. ¡Miguel, somos viejos, pero no tanto!

Recuerda la tierra de su padre (pedanía de Lorca en Murcia) cantando por minera; continúa con tientos -tangos, acordándose- de Pastora, Manolo Vargas, La Perla y La Repompa. Finalmente rematados por rumbas personales y como toda su actuación, aplaudida y valorada.

Cambio de vestuario y actuación de todo el grupo en compás de solea.

"Quiero estar más cerca de ustedes, para ver si caliento". Acercando la megafonía del guitarrista y la suya propia hacia el borde del escenario. "Necesito vuestro calor en todos los sentidos". Seguiriyas, primera de Francisco La Perla, la segunda de Antonio Mairena a partir de legado de Joaquín Lacherna y cierre por cabales del Loco Mateo en versión de Sernita de Jerez.

Fandangos de El Carbonero, Manuel Cepero y El Almendro. Rememora su infancia y adolescencia en Badalona oyendo cintas de Camarón, Lole y Manuel y otros artistas del momento. Reproduciendo algunas de las creaciones de los sevillanos más conocidas.

Presentación del grupo y remate por una amplia y generosa ristra por bulerías. No sería su última actuación. El público, demanda más. Seguramente estaba previsto. Faltaba el guiño a la copla. Poveda y grupo compensaron con creces estas demandas para que la velada fuera perfecta.