Concito los mejores pensamientos y una nube de bonhomía gateó, en la tarde de ayer, por los muros de la iglesia de San Juan. La voz y la sonanta de Ricardo Fernández del Moral hicieron el milagro. La Misa Flamenca, organizada por la peña Amigos del Cante, fue mucho más allá: hacia la luz. El templó estalló en un recogimiento que hizo llorar a algunos.