Habría que remontarse en el tiempo a citas legendarias de nuestro magno Festival para encontrar parangón con el de este año. La cifra matemática de cuarenta y cinco ediciones lo ha sido con creces. El sábado quedó en la historia escrita con letras de oro por compás de bulerías. O de seguiriyas, según se prefiera, que las hubo con generosidad y cada cual con más patetismo y jondura. Sin olvidarnos del amplio despliegue por soleares. Estamos en Zamora, por eso ese gran sabio cantaor de lo jondo al que no se le escapaba una, el gran Antonio Mairena, la bautizo con el bonito nombre de La Andalucía del Norte. O ese otro grandísimo sabio de la investigación rigurosa, metódica y transcendental en el devenir del flamenco y de lo flamenco, también, demostrándolo fehacientemente al hacer que sus cenizas reposaran eternamente entre nosotros, en su Patio, el del Flamencólogo José Blas Vega en Morales del Vino. Por todo ello, y más, Zamora es sin ningún género de dudas "Ciudad del Flamenco", aunque también lo sea de muchísimas otras cosas. Así, los artistas cuando vienen aquí, se transforman y renacen cual Ave Fénix para dar lo mejor de sí mismos. Y suelen darlo casi siempre, como lo hicieron el sábado a los pies de nuestra venerada catedral.

Abrió la excelsa noche del lleno absoluto el pacense Pedro Cintas con el toque del joven pero contundente y buen tocaor Antonio García. Cante sin guitarra pero preñadísimo de compás por toná, tres grandes y una chica para enmarcar. Muchos aplausos y poniendo el listón en el pararrayos de la Torre del Salvador. Casi nada. Siguen encandilando al respetable, previo agradecimiento al presidente peñista -Santiago García Martín- por la oportunidad que le brinda "por participar en este Festival de primerísima categoría". Aplausos muy generosos y prolongados. Santiago se los merece. A lo que íbamos, soleares, Curro Frijones, Tía Jilica de Marchena, La Roesna, Andonda, Paquirrí El Guanté, Mercé la Serneta y solearilla de remate. La plaza bocabajo. Y esto no había hecho más que empezar. Cantiñas incluyendo las preciosistas del Pinini y alegrías, además de las palmas de Abel Arana y Roberto Jaén. Más aplausos hasta llegar a las seguiriyas dedicadas a Miguelín Picarrico, palo en el que Pedro parece que puede romperse en cualquier momento sin llegar a esparcir sus vísceras por el suelo. Antonio Cagancho, Manuel Cagancho y cierre con El Fillo. Muy aplaudido. Finaliza por bulerías con guiños al Chozas y sobre todo al recordado Turronero. Auditorio vencido y entregado. No hay quien pueda dar más.

Cancanilla de Málaga y su escudero tocaor, maestro Mami, a escena. Rompen por soleares ¡ahí queda eso! Joaquín El de La Paula, Serneta, Andonda, otra de Triana, Andonda, Frijones, Paquirrí El Guanté y Juanillero de Marchena. Multitud de aplausos. Tientos tangos empezando por Pastora Pavón. Seguiriyas, Manuel Torre, Francisco La Perla, Loco Mateo, Diego Marrurro y Manuel Torre. Más y más aplausos. Continúan por bulerías con el apoyo de los palmeros y patadita apoteósica del malagueño. El público estaba en su mano.

Le llega el turno al baile con Elena Hidalgo en la danza, Juan Antonio Muñoz y Niño Manuela al toque, Cuquito de Barbate al cante y los correspondientes palmeros. Inicia cantando para adelante, Cuquito de Barbate con la añeja y magistral bajañí de Juan Antonio Muñoz, nos deleitándonos por seguiriyas, Ciego La Peña, Paco La Luz y Antonio Mairena. Para morirse, dándole paso al baile propiamente dicho, interpretando todo el grupo alegrías. Descanso merecido y bien aderezado con viandas y ricos caldos zamoranos.

Abre la segunda parte el gran José Mercé, además del excelente tocaor, Antonio Higuero. Todo el público expectante ante la contundente e ilustrativa presentación del maestro Juanjo Seguín. Malagueña, con la particularidad de seguir la fórmula implantada por Pepe Marchena y refrendada por Aurelio Sellé. Es decir, iniciar el ataque de la malagueña grande del Mellizo por granaina. Mercé sabía perfectamente a donde venía. También sabía queser el número uno supone defenderlo en cada momento y, que Zamora sigue siendo santuario de la "pureza" y, porque no decirlo, de la ortodoxia flamenca. Este es nuestro valor. Continúan por soleares. ¡Y que soleares! completamente sembraó. Sabía a donde venía y donde estaba. Todas en la senda de Mairena. La primera y segunda de Joaquín el de La Paula, Agustín Talega, Curro Frijones, Silverio, fandangos del Almendro por soleá, Paquirrí El Guante versionado por Aureli Sellé, Enrique El Mellizo, La Seneta, Alcalá y Juanillero de Marchena. ¡Casi nada! Como puede suponerse los aplausos traspasaron el Duero hasta inundar la Tierra del Vino. Seguiriyas. Manuel Torre, Diego Marrurro y Juanichi El Manigero. Todas de Jerez con el aroma y marchamo personal de José Mercé. Bulerías. En todo momento acompañado por el gran palmero Chicharito y por su mujer, Mercedes de La Mercé. Despedida apoteósica, y todo hay que decirlo, programada por los artistas para hacerle un regalo extra al multitudinario auditorio. Fandangos y apoteósica despedida mezclada con el deseo de volverlo a tener entre nosotros. Él quiere volver y a La Peña no le importaría quemar las naves para conseguirlo, para eso está. Su presidente será el primero en lanzar las redes. Quedaba todo el rabo por desollar. Juanito Villar y la genuina sonanta de Perico Jero, saltan a escena. Nunca mejor remate para un Festival de auténticas campanillas. Para empezar soleares por bulerías. Continúan por auténtica antología sobre los tangos, varios cantados fuera de micrófono. Juanito Villar, a fecha de hoy, es posiblemente el mejor intérprete de tangos que haya. Siguen por fandangos para rematar de forma contundente por bulerías y canción por bulerías. Muy aplaudidos y valorados.

Faltaba la guinda con el final de fiesta. Pedro Cintas para abrir boca. Cuquito de Barbate para subir la temperatura y el pequeño gran hombre Cancanilla para rematar la faena.

Lo dicho, ¡Que todos los años vengan tan colmados y pletóricos cono el presente!