Era la primera vez que los zamoranos votaban en medio de una pandemia, la primera vez que se elegía a los procuradores regionales por separado de los alcaldes y además en pleno invierno y con menos colegios electorales en el medio rural. Todo parecía ir en contra de la participación y, aunque la abstención creció ligeramente respecto al 2019, no fue tanto como algunos expertos auguraban. La jornada se desarrolló con normalidad en los 248 municipios de la provincia, pero los efectos de la despoblación rural y el envejecimiento demográfico se notaron en el transcurso de las votaciones.

Tradicionalmente la misa de los domingos es una referencia del momento más concurrido de las votaciones. Los vecinos aprovechan la salida de la iglesia para depositar la papeleta. Pero ya ni eso en muchos pueblos donde no todos los domingos hay servicio religioso. Ocurría ayer en Entrala. Las tres componentes de la mesa María Flor, Mari Carmen y María Jesús recibían a cuentagotas a los electores. A las 10.30 horas de la mañana solo habían acudido 6 de los 128 posibles votantes.

Arcenillas sí tenía misa, a las 11 de la mañana. Y, justo en frente de la iglesia, el colegio electoral situado en la planta baja del Ayuntamiento. Por eso, o bien la entrada o la salida era aprovechada por algunos vecinos para ejercer su derecho al voto.

Un vecino de Arcenillas sale de la cabina de votación. Emilio Fraile

Más animada estaba la mañana en Morales del Vino, con cuatro mesas electorales situadas en el colegio y mucho trasiego de apoderados por los pasillos. “La gente no madruga, a la hora del vermú esto se llena”, comentaba el miembro de una mesa.

Colas para votar en Villalpando, por primera vez en una única mesa electoral. Cedida

La pandemia se notó en muchos pueblos a la hora de constituir las mesas electorales. En varios casos los presidentes, vocales o suplentes no pudieron acudir por haber dado positivo en Covid en los últimos días. Uno de los casos más reseñables ocurrió en Venialbo, donde tanto la persona elegida presidente como los dos suplentes faltaron por enfermedad, algo que habían comunicado en los días previos a la Junta Electoral. Finalmente, la mesa de Venialbo se constituyó con el primer vocal ejerciendo las funciones de la presidencia, y uno de los suplentes para las vocalías se tuvo que quedar para completar la mesa. A las nueve el colegio abría con total normalidad. 

Un momento de la jornada electoral en Venialbo. Cedida

También en Ferreras de Abajo, en la comarca de Tábara, la enfermedad dejó incapacitada para sus labores a la persona llamada a ser presidente, pero su sustituto sí pudo acudir. 

Mesa electoral de Trabazos, constituida por tres jóvnes de 19, 20 y 21 años. Chany Sebastián

La despoblación hace mella también en los censos electorales. Cada elección permite confirmar el declive demográfico, como en el caso de Fermoselle que por primera vez solo contaba con una mesa electoral. Con un censo redondo de 1.000 electores, los vecinos de la capital de los Arribes únicamente tenían el salón de actos del Ayuntamiento para votar. 

Un joven de 18 años vota en Rabanales. Chany Sebastián

Otro municipio que perdía una mesa electoral era Villalpando. En 2019 los vecinos se repartían entre dos mesas, pero en esta ocasión los votos de los 1.158 villalpandinos con derecho a voto tenían una única urna. Esto provocó colas más largas que en otras citas electorales, sobre todo a la hora del vermut, y eso a pesar de la baja participación. A las 14 horas se habían contabilizado 333 sufragios, un 28% de participación frente al 39% registrado en 2019. 

Un vecino de 98 años vota en Alcañices. Chany Sebastián

Otro efecto de la despoblación sobre la jornada electoral es la escasez de menores de 65 años para constituir las mesas electorales en los municipios más pequeños. Por este motivo, muchas veces el sorteo elige como miembros de mesa a los votantes más jóvenes que entran por primera vez en el sorteo. Es el caso de Lucía Rodríguez Mangas, que a sus 20 años le tocaba ser presidenta de la mesa de Villanueva de Campeán en sus primeras elecciones con derecho a voto. Más joven aún era la vocal de la mesa, María García Hernández, de 18 años. 

Un trabajador de la Junta, de guardia en el domingo electoral, vota en Alcañices. Ch. S.

También en Aliste, una de las comarcas más envejecidas, lo habitual era ver en las mesas a personas muy jóvenes que viven fuera por motivo de sus estudios, aunque siguen censadas en sus pueblos de origen. Una juventud que contrasta con los electores más madrugadores, que siempre son los abuelos. La tercera edad acudió presta a las urnas y algunos municipios alistanos alcanzaban al mediodía el 40% de participación. 

Un joven vota por primera vez en su vida en Fonfría. Ch. S.

En Trabazos la única mesa estaba compuesta por tres jovencísimos vecinos: Rodrigo García Román, Ángela Morán Di Nardo –con orígenes en Suiza, de donde es su madre– y Lara Manías Lozano con 19, 20 y 21 años.

Cedida

La mesa de Alcañices estuvo presidida por Eduardo Vara Rodríguez, nacido en Venialbo –hijo del alcalde Jesús Vara–, pero residente en Alcorcillo, donde se casó. En la fiesta de la democracia aún participan los últimos “niños de la guerra” que quedan vivos. Gente como Manuel Codesal Crespo, nacido en Figueruela de Arriba el 7 de julio de 1923. Vivió la Guerra Civil, la dictadura, la Transición y ahora no se pierda ni una cita con las urnas.

Por Rabanales pasaron votantes como Margarita Calvo Ballesteros, de Ufones (1924); Enriqueta Fernández Gabella, de Fradellos (1927), Hipólito Moral, de Matellanes (1933); José Martín (1930) o Francisca Martín (1934). Los votantes jóvenes son menos, pero también los hay, como Lucas Ferrero Prieto, que con 18 años acudía por primera vez a ejercer su derecho en este pueblo.