Su instinto, como tantas veces antes, le guió hacia aquel balón perdido en el área. Pero en Japón, en diciembre de 2011, la tibia de David Villa se encasquilló en un fatídico remate. Escudero de lujo de Leo Messi, su pierna y su olfato se quebraron desde entonces, quedando relegado a una suplencia que ahora buscará olvidar en el Atlético de Madrid.

Aquella grave lesión en las semifinales del Mundial de Clubes, ante el Al Sadd, marcó un antes y un después en la trayectoria del delantero asturiano en el Barcelona, donde había recalado en 2010, después del fiasco del fichaje de Zlatan Ibrahimovic un año antes.

Tras desprenderse de Eto'o por falta de "feeling" y de una relación tormentosa con el gigante sueco, Pep Guardiola vio en el Guaje el equilibrio perfecto entre la letal genialidad de Messi y la entrega incansable de Pedro.

El Barcelona pagó cuarenta millones de euros al Valencia y bien rápido amortizó el desembolso. Recién proclamado como campeón del Mundo con España, anotó 23 goles en su primera temporada en el Camp Nou, varios de los cuales aparecen en las instantáneas para el recuerdo de un año glorioso para los azulgranas.

Como los dos que marcó en la goleada por 5-0 al Real Madrid de un recién llegado José Mourinho o el torpedo directo a la escuadra que finiquitó la final de la Liga de Campeones ante el Manchester United en Wembley, donde el Barcelona alzó su cuarto título continental.

El Barça parecía haber encontrado por fin al ansiado goleador que se le había resistido, una estrella del fútbol mundial que, a su vez, aceptaba sacrificarse (dejó su puesto de ariete para jugar en la banda) en favor del mejor Leo Messi, epicentro del universo culé.

Todo iba rodado para el delantero de Tuilla (Asturias, 1981) que, en marzo de 2011, se había erigido además en el máximo goleador de la historia de la selección española.

Pero la cruz llegó durante el Mundial de Clubes, en diciembre de aquel año, cuando Villa sufrió una fractura por estrés en su tibia izquierda, al apoyar la pierna durante la disputa de aquel balón entre dos rivales.

Después de un vía crucis de casi ocho meses, el delantero recibió el alta médica, pero no llegó a tiempo para la disputa de la Eurocopa de Polonia y Ucrania, en la que "La Roja" volvió a coronarse como campeona continental.

Si aquello fue un varapalo, peor fue la constatación de que su olfato se había secado y ya no era el mismo. El nuevo técnico azulgrana, Tito Vilanova, fue dosificándole en el inicio de temporada, donde a cuentagotas pareció que podía volver a ser el mismo, pero paulatinamente su presencia fue siendo anecdótica y no pasó de suplente.

Únicamente tras la gran remontada ante el Milan (4-0), donde anotó un gol, volvió a optar a la titularidad, pero su fútbol se fue ensombreciendo, relegado por detrás de jugadores como Alexis, Cesc, Pedro e, incluso, del joven Tello.

Algunas discusiones con Messi sobre el terreno de juego alimentaron el debate sobre si la suplencia era fruto de una relación gris con el astro argentino. Pero su discreta actuación en la Copa Confederaciones con España, este verano, fue la constatación de una sospecha: el declive del asturiano no solo se daba en el Barcelona, sino también en su papel en la selección.

Especialmente cuando Del Bosque optó por un pivote defensivo, Javi Martínez, para jugar como delantero en la prórroga de las semifinales ante Italia, cuando el marcador era de empate a cero.

Tras un total de 119 partidos oficiales con el Barcelona, donde ha marcado 48 goles: 33 en Liga, 8 en la Liga de Campeones, seis en Copa y uno en Supercopa de España, el Barcelona ha anunciado hoy su traspaso al Atlético de Madrid por 5,1 millones de euros.

Como azulgrana, ha alzado dos Ligas, una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes, una Copa del Rey y dos Supercopas de España. Ahora, en el Vicente Calderón, buscará tener los minutos suficientes para que no se le escape definitivamente el tren del Mundial de Brasil de 2014.