Dos títulos de liga en Segunda B, un ascenso, una permanencia en la categoría de plata y la disputa de los play-offs de ascenso a Primera División de fútbol sala; esos son los enormes triunfos de Chema Sánchez al frente del banquillo del Atlético Benavente FS. Ahora, el maestro de la pizarra va a comenzar su cuarta temporada en el club benaventano, equipo en el que está dibujando una trayectoria soñada.

Sus espectaculares registros como blanquiazul, y su incansable trabajo, clamaban al cielo por una oportunidad de poder dedicarse al fútbol sala como principal actividad. Por ello, la entidad benaventana le ha propuesto una mejora de contrato con la que podrá conseguir su sueño. “El club ha dado un paso adelante fuerte, me ha hecho una oferta económica bastante seria que, por primera vez, tras doce años dedicándome a esto, me va a permitir tener una reducción de jornada”, afirma el salmantino.

Y es que, el deporte no es la única dedicación de un Chema Sánchez que se ve obligado a compatibilizar su carrera como entrenador, con su profesión como maestro. “Tengo tres carreras universitarias (maestro en educación primaria, educación especial y psicopedagogía) y tengo plaza fija como maestro de educación especial por haber aprobado una oposición hace dieciséis años”. Sin embargo, “gracias al nuevo contrato podré tener una dedicación semiexclusiva al deporte; es decir, que voy a poder dedicar dos días a la semana enteros al fútbol sala, desde que me levanto hasta que me acuesto. Para mi es una grandísima noticia y un paso adelante enorme. Creo que eso también puede dar un salto de calidad al equipo”, cuenta, ilusionado, el laureado técnico.

El camino de Chema Sánchez hacia el éxito está marcado por el trabajo y el sacrificio propios de las vidas encomendadas al deporte. En sus propias palabras: “He estado entrenando en Tercera, Segunda B (donde gané tres ligas) y en Segunda A, a lo largo de mis doce años de trayectoria. Ejerzo como maestro en educación especial y, además, tengo mujer y dos hijos a los que tengo que atender. El peaje que paga la familia es brutal en estos casos”.

Siempre he tenido que trabajar fuera de mi casa, en Salamanca; estuve cuatro años en Guijuelo, tres en Alba de Tormes, uno en Zamora y ahora llevo cuatro en Benavente. Es un gran sacrificio, todos los días hago 310 kilómetros por autovía desde mi casa hasta La Rosaleda, al pabellón. Trabajo como maestro por la mañana, por la tarde gestiono el equipo y, luego, está la familia. A veces hago catorce o quince horas de trabajo reales, más la carretera, llegando a casa a la una de la madrugada y teniéndome que levantar a las siete de la mañana. Pero lo cuento muy orgulloso. Todo lo hago en pro de un sueño: ser entrenador profesional”, narra el blanquiazul.

Es ahora, doce años después del inicio de su etapa como entrenador, que Chema Sánchez ve cómo se comienzan a cumplir sus anhelos; según él mismo: “Me gustaría que se viera que todo el esfuerzo acaba dando frutos. Durante toda mi trayectoria he compaginado mi labor como entrenador con mi profesión como profesor, y al final, he conseguido lo que he conseguido. Creo que todos los deportistas y entrenadores no profesionales somos un poco unos superhéroes”.

Y es así como el técnico salmantino transporta sus clases por Castilla y León, ya sea sobre la pista o sobre los pupitres, porque, como él dice “son dos mundos muy relacionados, el entrenador debe de ser también un docente”.