Pocos o casi ninguno podía esperarse en el mes de agosto la hazaña que los hombres de Chema Sánchez cumplirían en febrero. Lograr una permanencia como recién ascendido y luchar por meterse en la fase de ascenso a Primera División. Unas cotas impropias para un club recién llegado de la Segunda División B y que apenas había modificado su plantilla respecto a la temporada pasada.

Los 14 miembros de la plantilla, 9 de ellos naturales de Benavente (Tomás, Marcos Vara, Malaguti, Charlie, Yayo, Fran, Novoa, Sergio Simón y Dani Simón), demostraron desde el primer momento estar preparados para el desembarco en una categoría que planteaba dos grupos y donde los cuatro últimos de cada uno de ellos, deberían pelear por mantener la categoría. Una lucha en la que todas las quinielas daban por favorito al Atlético Benavente, pero que en apenas una jornada demostró que daría mucho de qué hablar.

Y es que la competitividad de los benaventanos ha traspasado límites inalcanzables años atrás. La primera vuelta blanquiazul marcó el devenir de una temporada marcada por los constantes parones y aplazamientos por coronavirus que dejaban en el aire jornadas en una más que apretado calendario. Las victorias ante Móstoles, Talavera y Rivas en La Rosaleda y Leganés en la ciudad madrileña daban aire a un equipo que tuvo el premio de recibir en su pabellón a un todo poderoso Palma Futsal en Copa del Rey. Un partido donde los baleares pudieron comprobar de primera mano el dicho de que: “Benavente nunca se rinde”.

Las dos victorias ante Santiago Futsal fueron dos balones de oxígeno para un equipo que veía como se le escapaban las victorias ante Noia y Ceuta, dos grandes rivales que tuvieron que sudar la gota gorda para derrotar a los blanquiazules. Móstoles y Talavera conseguían vencer a los atléticos y ponían en peligro la clasificación para la segunda fase y obligar a los de Sánchez a luchar por mantener la categoría. Pero un 13 de febrero, los jugadores del Desguaces Casquero conseguían hacer historia y certificar a falta de una jornada la permanencia una temporada más en Segunda División ante un Rivas Futsal que llegaba junto a los de Benavente, Móstoles, Leganés y Talavera con opciones a las últimas jornadas.

Con la permanencia certificada comenzaba una nueva fase entre los ocho primeros de la categoría. Una lucha que a priori no estaba reservada para los atléticos, más aún cuando se mantenían los puntos obtenidos en la primera fase. Con todo en contra, los de Benavente conseguían vencer al filial blaugrana en el inicio de esta fase y sumaba un punto de su visita a El Ejido. Un momento donde el objetivo de la temporada había cambiado por completo. Se había pasado de luchar por la permanencia a luchar por estar entre los cuatro primeros gracias a una lucha diaria y un gen competitivo que era admirado en cada campo al que el plantel benaventano se desplazaba.

Un reto que no pudieron llevar a buen puerto. La exigencia física y la calidad de los rivales privaron a los de Benavente de seguir sumando puntos y cerraban la temporada el pasado sábado ante Manzanares con el objetivo más que cumplido, con la ilusión de poder competir una temporada más en la categoría de plata y con los cimientos bien puestos para que el club y la ciudad sigan creciendo de la mano de una afición que si la pandemia lo permite, pondrá el color y el calor que este curso ha faltado en la grada de La Rosaleda.

Una temporada, la 2021/2022, de la que todavía se desconocen muchos aspectos ya que está aún en juego la presente campaña. En lo que respecta al club benaventano, aún se desconocen las decisiones deportivas. Chema Sánchez, capitán de la nave atlética durante los últimos 3 años aún no se ha pronunciado sobre su futuro, así como el capítulo de renovaciones y bajas. Aún puede ser temprano para encajar las piezas de este puzle, aunque desde la dirección deportiva seguramente estén trabajando ya en conformar la plantilla más competitiva posible para encarar la segunda temporada con el objetivo de ir nuevamente a por la mejor nota.