En 2004, el año en el que ganó en Sopot su primer título profesional, aquel muchacho de camiseta sin mangas y pantalones pirata celebraba cada punto como si fuera un juego, cada juego como si fuera un set, cada set como un partido y cada partido? como un título. Rafael Nadal irrumpió en el circuito profesional como un tornado y aquel año ya fue capaz de superar a Roger Federer en Miami -el suizo, cinco años mayor, ya era el número uno del mundo- iniciando una historia de rivalidad/respeto aún vigente.

Hoy ambos pueden presumir de ser los únicos que han ganado al menos un torneo durante quince temporadas consecutivas (Federer de 2001 a 2015, Nadal desde aquel 2004 hasta ahora), de ser los que más títulos importantes acumulan (Federer, 20 del Grand Slam y 27 Master 1000; Nadal, 16 y 32 respectivamente), de liderar todo tipo de estadísticas y, pese a los años, de seguir mandando en la clasificación mundial: Nadal al frente con 8.770 puntos y Federer segundo con 8.670, con más de tres mil ambos sobre el tercero, el alemán Zverev (5.615).

Pero sus enfrentamientos son cada vez más contados. El tiempo, pese a lo que apunta el ranking, no pasa en balde, y los límites de sus cuerpos deciden también sus calendarios. Y mientras el suizo "huye" de la temporada primaveral europea en tierra para cargar pilas en espera de la hierba, el español, tantas veces lastrado por las lesiones, hace de ella su trampolín particular.

A veces, dicen, es necesario dar un paso atrás para poder dar dos adelante. Un paso atrás ha tenido que dar muchas veces Nadal no por voluntad propia sino obligado por las lesiones. Codo, espalda, cadera, rodillas? La última vez este mismo año, cuando en enero abandonaba ante el croata Cilic en los cuartos de final del Abierto de Australia. De nuevo un parón obligatorio, de nuevo las dudas sobre su físico. Hasta reaparecer en la Copa Davis frente a Alemania. Sus incuestionables victorias entonces ante Kohlschreiber y Zverev no sólo ayudaban decisivamente al equipo español a avanzar a las semifinales del grupo mundial, sino al propio Rafa a dar dos pasos adelante. En resultados y confianza.

Aquella victoria ante Alemania en la Davis llegó a primeros de abril, un mes en el que comienza la gira europea sobre arcilla; la gira en la que Nadal exhibe sus mejores virtudes y evidencia su dominio del albero. De abril a junio el reino del balear se extiende de Montecarlo a París (Roland Garros) pasando por Barcelona, Madrid y Roma. Los cinco grandes torneos del circuito continental sobre polvo de ladrillo (Madrid tomó el relevo a Hamburgo en 2009) tienen al jugador de Manacor como monarca. Entre todos los ha disputado en 66 ocasiones, alcanzando la final en 52 de ellos y el título en 45: once en Montecarlo y Barcelona, diez en Roland Garros, ocho en Roma y cinco entre Madrid (4) y Hamburgo (1). Números que marean.

Tras recuperar el pasado domingo la corona de Roma ante el alemán Zverev, el calendario de Rafael Nadal señala ahora su gran cita de la temporada: un Roland Garros que Federer descarta un año más para hacer acopio de energía en hierba. La tierra para Nadal, admite el suizo. Y el de Manacor, que en el ecuador de la presente edición del Grand Slam parisino, el 3 de junio, cumplirá 32 años, se presenta a las puertas de la capital francesa después de haber firmado los mismos exitosos números que el pasado año en esta gira continental. Entonces ganó los Master 1000 de Montecarlo y Madrid y el ATP 500 de Barcelona, y cayó en cuartos de final del Master 1000 de Roma (180 puntos), mientras que ahora repitió victoria en Montecarlo y Barcelona, volvía a ganar en Roma después de cuatro años y caía en cuartos de Madrid. En total, 2.680 puntos sumados en 2017 antes de Roland Garros, los mismos 2.680 que este ejercicio.

Aún hay otro dato que multiplica el paralelismo entre la anterior campaña y la actual. En 2017 sólo perdió un partido en los cuatro torneos de esta primavera en tierra previos a la cita parisina, como una derrota lleva ahora. Y en ambas ocasiones frente al mismo jugador: el austríaco Dominic Thiem (6-4 y 6-3 en los cuartos de Roma del pasado año; 7-5 y 6-3 en los cuartos de Madrid del actual). Eso sí, entre una y otra derrota encadenó Nadal nada menos que 50 sets ganados de manera consecutiva a lo largo de 21 partidos, superando así en uno el récord de los 49 hilvanados por el estadounidense John McEnroe sobre moqueta ¡en 1984!. Thiem ha sido el único capaz de ganar en los dos últimos años a Nadal en arcilla, aunque el austríaco también ha sufrido la "medicina" del balear en este periodo. Rafa le ganó 6-3, 6-4 y 6-0 el pasado año en semifinales de Roland Garros, y 6-0 y 6-2 el pasado Montecarlo.

Los números de Nadal en la gira europea sobre arcilla son tan espectaculares que con los trofeos logrados únicamente en estos cinco torneos se habría ganado ya una plaza entre los más grandes de todos los tiempos. El tenista español es el segundo de la historia en títulos del Grand Slam (16) por detrás de Federer (20), pero si únicamente tenemos en cuenta los diez logrados en París sólo se vería superado también por el estadounidense Sampras (14), el serbio Djokovic (12) y el sueco Borg (11). Nadal reparte su otra media docena de "grandes" entre el ganado en Australia (2009), los dos de Wimbledon (2008 y 2010) y el triplete del Abierto de Estados Unidos (2010, 2013 y 2017).

En cuanto a los Master 1000, Nadal es el jugador que más títulos ha conquistado en este segundo escalafón de torneos con un total de 32, por delante de los 30 de Djokovic y los 27 de Federer, pero contabilizando únicamente los logrados entre Montecarlo (11), Roma (8) y Hamburgo/Madrid (5) le bastaría para situarse con 24 tras el serbio y el suizo en la tabla de todos los tiempos, aún por delante del checo Lendl (22) y de McEnroe (19).

Sólo una temporada, en 2015, se quedó Nadal sin morder trofeo en este su particular "Big five" de torneos primaverales en arcilla, y en tres años alcanzó las cinco finales (2007, 2011 y 2013) aunque nunca logró el pleno de títulos. En 2007 se lo impidió Federer al ganarle la final de Hamburgo, como Djokovic le impidió el repóquer tanto en 2011, cuando le superó en Madrid y Roma, como en 2013 (Montecarlo).

Pero todo esto es pasado. Ahora lo que cuenta es Roland Garros, torneo que comienza hoy en su cuadro principal y en el que Nadal necesita revalidar el título y sumar una undécima victoria -sólo pensarlo da vértigo?- para mantener también el número uno del ranking. Un Roland Garros en el que el balear presenta unos números siderales: 79 victorias por dos únicas derrotas, las sufridas ante el sueco Soderling en los octavos de final de 2009, y frente al serbio Djokovic en los cuartos de 2015, mientras que en 2016 quedaba eliminado en la tercera ronda al no poder disputar por lesión su partido ante Marcel Granollers.

De momento el balear es el claro favorito en las casas de apuestas, donde su triunfo se paga en torno al 1,5 a 1, por el 6,5 a 1 de la victoria del alemán Zverev, que a sus veinte años apunta suficientes condiciones como para llegar a liderar el ranking mundial; el 8 a 1 al que cotiza un Djokovic que en Roma ya apuntó que está muy cerca de recuperar su mejor juego, o el 9 a 1 de Thiem, el único que ha ganado en arcilla al balear en los dos últimos años. De entrada, en el sorteo celebrado el pasado jueves salió cara para el español. Su primer rival será el ucraniano Dolgopolov, 54 del ranking y que lleva cuatro meses sin ganar un partido, en tanto Wawrinka, Djokovic y Thiem caían en el cuadro de Zverev, donde también estará el asturiano Pablo Carreño, décimo cabeza de serie y que debutará ante un jugador llegado de la fase previa.