El Rayo Vallecano es equipo de Primera División desde ayer y pudo celebrarlo en su estadio, con su público y con la equipación con la franja roja que tanto caracteriza a los vallecanos. Un momento idílico para el que jugó un papel fundamental Benavente, el pueblo zamorano.

El Lugo se desplazó en la mañana del domingo hasta Madrid para jugar su encuentro y señaló, días antes, a la Real Federación Española de Futbol y a la Liga de Fútbol Profesional su intención de disputar el encuentro con su primer equipación. Nadie puso objeción así que la expedición lucense inició su peregrinaje hasta Vallecas donde el Rayo Vallecano esperaba para lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol español.

Cuando restaban unas horas para que arrancara el encuentro, el colegiado Figueroa Vázquez alertó a ambas escuadras de que no podían jugar con su primera equipación. El Rayo Vallecano viste de blanco con una franja roja, el Lugo con franjas rojas y blancas. Tampoco era posible que el Rayo Vallecano disputara el partido con su segunda equipación: roja con una franja blanca. Los vallecanos celebrarían su ascenso en casa pero con la tercera camiseta, la negra.

El club vallecano no quería que se estropeara un momento tan idílico como el que se les había presentado y su vicepresidente decidió coger el coche e intentar llegar a Lugo para recoger la segunda equipación lucense y que así los suyos pudieran jugar con la franjirroja. Como el CD Lugo había viajado con su primera equipación sin mala intención, pusieron de su parte para que el vicepresidente puediera volver a Vallecas en tiempo y forma y un par de operarios gallegos se acercaron a hacer el intercambio hasta Benavente.

Y allí, en Benavente, se reunieron ambas comitivas, entregaron las camisetas y el Rayo Vallecano pudo celebrar su ascenso con la equipación que todos los aficionados de Vallecas llevaban puesta, la franjirroja que el próximo año se paseará por los mejores campos de Primera División.