A estas alturas del verano la información del Zamora C. F. debería girar en torno a los posibles fichajes, la planificación de la temporada y los objetivos que se marcan para la próxima Liga. Sin embargo, ahora mismo el club está inmerso en otra lucha mucho más cruda, la de no tener clara la categoría en la que se va a competir.

Mañana saldremos de dudas, pero lo cierto es que las expectativas no son nada halagüeñas, al menos para mí. Llevamos semanas, quizá meses, hablando y publicando la obligación de poner un aval de 125.000 euros para estar en Segunda División B y a día de hoy esta cantidad no se tiene y lo que es peor, no hay atisbos de poder conseguirla, salvo que los actuales mandatarios avalen con bienes propios o aparezca un milagro.

Se cumplen doce días desde que Segismundo Ferrero subió las escaleras del Ruta de la Plata para presentar su candidatura y entiendo que lo hizo por propia voluntad, que nadie le empujó a hacerlo, ni le apuntaban con una pistola para que fuese presidente.

Por este motivo, y por sus primeras declaraciones en las que afirmaba que este problema era «un primer peldaño salvable» creí que era un tema solucionado, que tenía atado antes de dar el paso y tomar las riendas del club, pero parece ser que no era así, salvo que tenga un as en la manga que tendrá que mostrar más pronto que tarde.

Ese martes 25 de junio en el que dio el paso al frente, se conocía la cifra de este aval y también la deuda con la que se iba a encontrar, por lo que creo que ahora deben ser él y sus directivos los que encuentren una solución a tiempo para no echar por tierra dos meses de trabajo muy duros.

Los jugadores se dejaron todo en el campo para conseguir la permanencia, mientras la gestora saliente se afanó en negociaciones para que esos mismos futbolistas retirasen las denuncias a tiempo, aunque todo eso puede que no haya servido para nada, salvo para el orgullo personal y la satisfacción de quienes lo lograron.

En los últimos días se ha corroborado lo que ya se sabía; las instituciones pueden ayudar al Zamora C. F., pero no avalarlo, eso es algo que se debe gestionar desde la «planta noble» ya sea con colaboraciones privadas y si estas no llegan, como es el caso, buscar otro camino más peligroso y es que tampoco se puede pedir a una entidad financiera que avale sin una absoluta garantía.

No seré yo quien diga que alguien tiene que poner en riesgo su patrimonio personal por un club al que queremos todos, pero sí creo que si sabes los problemas que hay y decides seguir adelante, tienes que apechugar con lo que venga y lo primero no es una sorpresa para nadie porque 125.000 euros es una cifra que muchos tenemos grabada a fuego desde hace tiempo.

El riesgo está claro, pero también hay una evidencia: si las cosas se hacen bien y no se gasta más de lo que se tiene, no hay peligro de perder el trabajo de años a final de temporada. Depende del proyecto y en estos tiempos de crisis económica y de necesidad, la austeridad y el sentido común tienen que reinar más que nunca, no solo en el fútbol, sino en todos los aspectos de la vida.

Por esta misma razón no me vale el «yo invito y tú pagas», ni la excusa de que se han caído apoyos en el último momento porque cuando se da un paso de estas características todo debe estar atado y bien atado.

Precisamente el no tener claros esos apoyos impidió a varias personas presentarse y dejaron el camino libre a otros que pudieran tener más suerte a la hora de crear un equipo de trabajo. De lo contrario, lo fácil era que el proceso electoral acabara en vacío y dejar la «papeleta» al presidente de la gestora, Isaac Macías, o que la asamblea de socios decidiese qué hacer con un club que lleva demasiado tiempo sin estabilidad institucional.

En tres años hemos conocido cinco presidentes y yo pensaba que este era el momento en el que se podía recuperar esa añorada tranquilidad en la que se hablaba de fútbol y no de euros, pero por ahora nada ha cambiado.

Segis está a tiempo de conseguirlo y quiero pensar que lo hará porque desde luego descender en los despachos a Tercera División sería una puñalada casi mortal para una entidad que ahora mismo está con respiración asistida, y dudo que él quiera pasar a la historia como el presidente que fue capaz de descender al equipo en menos de dos semanas.

En este momento yo apostaría por convocar esta misma tarde un gabinete de crisis, un consejo de sabios de urgencia (en el que todos sabemos quienes estarían) y que de una vez por todas y por unas horas vayan todos de la mano para salvar un peldaño que ahora mismo es un volcán en erupción.

Y a partir del martes, ya veremos...