El montañero zamorano Martín Ramos que durante esta semana coronó el Annapurna, montaña que se acabó cobrando la vida del mallorquín Tolo Calafat, iniciará el viaje de regreso a España (Zamora) en las próximas horas y lo hará con la alegría de haber logrado el objetivo de hacer cumbre pero también con el pesar de haber perdido a un compañero en la montaña.

«Ahora sólo queda recoger e iniciar el regreso a casa», señalaba ayer Martín Ramos en su página web en la que también aseguraba que «pasada la medianoche aparecieron Dawa y Sonam, sherpas que llegaron exhaustos al campo base tras la búsqueda sin éxito de Tolo Calafat. Además, a ambos se les rompió la antena del walkie y éste fue el motivo por el que no contestaban a las continuas llamadas que se les iban haciendo desde el campo base».

El montañero aragonés Carlos Pauner señaló a Efe mediante correo electrónico, que ha disfrutado de la compañía de Tolo Calafat, fallecido el jueves en el Annapurna, «como con nadie» en todas las expediciones que han realizado juntos.

En una emotiva carta enviada a Calafat desde el campo base de la montaña, que ambos habían coronado el pasado martes y en la que el montañero mallorquín encontró la muerte en el descenso, Pauner le indica que era «la persona más amable y buena que he conocido por estos lares».

«No fuiste un hombre normal. Fuiste un guerrero, un luchador de la vida y un hombre lleno de sueños. Fiel y bondadoso, fuerte y decidido, encontraste en el Himalaya un terreno de juego apropiado a tus cualidades», señala Pauner.

El montañero aragonés le indica a Calafat que no se puede imaginar el sentimiento de vacío que ha dejado y que rozaron con las puntas de los dedos su salvación pero que el «cruel» Annapurna le había dado «una puñalada certera y mortal»

También explica que de nada valió el esfuerzo del sherpa Dawa, que salió a su encuentro con oxígeno y alimentos, porque estaba demasiado alto y no pudo bajar ni un sólo metro de su posición. Además, señala, la nieve nocturna tampoco ayudo en nada.

Carlos Pauner añade que a la mañana siguiente sobrevolaron su posición una y otra vez y que tan sólo fue visible el blanco manto de la nieve.

«Tu vida se apagó dulcemente tras la última comunicación de la noche anterior. No pudiste aguantar más, amigo», indica.

Recuerda igualmente que tampoco sirvió de nada la solidaridad del escalador rumano Horia, que aguantó con Juan Oiarzábal y con él mismo en el campo IV tras hacer cima asumiendo un riesgo extraordinario.

«Lo dimos todo pero no fue suficiente. Ahora nos llena la tristeza. Como jefe de expedición tuve que hablar con tu mujer y contarle lo peor que hubiese podido pensar contarle en la vida», señala con pesar.

«Está destrozada, pero con el tiempo estará mejor, recordará al hombre soñador y valiente que fuiste y tus hijos crecerán orgullosos de las historias y aventuras que de ti, seguro, contará», añade.

El escalador de Jaca (Huesca) recuerda que un día le dijo a Tolo Calafat que la montaña le engancharía pero que éste le respondió que no, que lo suyo eran las carreras.

«Lo tuyo era lo mismo que lo nuestro, perseguir objetivos casi imposibles y además, conseguirlos. De ahí sacamos nuestra energía vital para la vida y por eso somos como somos y por eso Marga se enamoró de ti un día. A ella quiero mandarle todo mi ánimo», comenta.

«Aunque ahora todo sea negro saldrá el sol poco a poco y al final, tanto tú como nosotros, nos quedaremos con la parte de Tolo que nos corresponde, con la que más nos gustaba y seguirá viviendo dentro de nosotros», añade.