Carlos Garrote narraba para LA OPINIÓN EL CORREO DE ZAMORA la regata que protagonizó ayer en el río Duero a su paso por Crestuma: «Salimos muy fuertes porque sabíamos que somos muy rápidos tanto nosotros como los otros españoles y sabíamos que esa era una buena ola. Lo que pasó fue que antes de llegar a la primera ciaboga, no pudimos evitar enganchar un cable con el timón. Arrastramos la cuerda e hizo como un tirachinas y en cuanto lo tensamos, nos empujó para atrás. Nos pasaron muchos barcos hasta que pudimos desenganchar la cuerda. Volvimos otra vez hacia delante pero caímos hasta el décimo puesto. Tuvimos tranquilidad y comenzamos a remontar tranquilos, sin matarnos. Llegamos al primer portero con los de cabeza otra vez. Eramos cuatro y sabíamos que había que soltar a gente para no jugarnos entre cuatro las medallas. A base de tirones, conseguimos irnos con los italianos en una carrera a relevos para intentar ganarles al sprint y así fue». Los últimos metros de la prueba fueron especialmente emocionantes: «En la última ciaboga intentamos meternos por dentro porque sabíamos que ellos iban a estar muy fuertes al final pues se les veía bien. Entrar por dentro era una buena posibilidad de salir de la ciaboga ya marcando. Nos salió bien la jugada y ya no nos lograron pasar», añadió Garrote. Fue especialmente emotivo ganarle al barco italiano: El de atrás, León Galeotti, fue al mundial de pista en K-2 y al Europeo. «Tenía una espina clavada porque nos había ganado en el mundial y le devolvimos la jugada». Tras este gran resultado, Garrote no sabría elegir entre la pista y el maratón: «Yo soy casi más de velocidad pero hemos trabajado muy bien este último mes. Nos ayudó mucho estar en casa de Emilio Merchán, cogimos mucha experiencia hablando con él, nos ayudó bastante y al final hemos conseguido ganar este Mundial de Maratón».