Greenpeace presentó ayer en Madrid un informe que con el que pretende demostrar que la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) produce una «importante» contaminación térmica en el río Ebro, de donde se surte de agua para la refrigeración, razón por la que pide a la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, que revoque «de forma inmediata» la autorización de la empresa para realizar vertidos. La organización denuncia que la falta de mecanismos de refrigeración provocaría una situación «peor» que la de Fukushima, asegura la agencia «Ical». Así las «grandes» necesidades de refrigeración de la central dan lugar a que el reactor «vierta» al Ebro agua a una temperatura diez grados más elevada de lo permitido, según informa «Efe» El estudio fue efectuado por Uriker, una entidad autorizada por la administración para el control y vigilancia de la calidad de las aguas, el pasado 9 de febrero -un día considerado «óptimo» para este tipo de pruebas por la ausencia de lluvia y la buena calidad del agua del Ebro-en ocho puntos del río situados a lo largo de los 6,8 kilómetros que separan Frías y del Puente de Tobalinilla, en Burgos.

Por su parte, la empresa propietaria de la central nuclear, Nuclenor, negó ayer que la planta atómica haya producido el calentamiento del río Ebro. Rechaza así las acusaciones de Greenpeace. La empresa asegura que el buen funcionamiento de la central ha sido ratificado por las inspecciones y auditorías a las que periódicamente se somete la planta y los informes que se realizan para la Confederación Hidrográfica del Ebro. Se señala que el informe sobre el seguimiento de la descarga térmica de la central nuclear de Santa María de Garoña de 2009 (último disponible) señala que ese año sólo se registraron en el río datos fuera de lo normal en «cuatro circunstancias excepcionales, en la que se habría producido una situación semejante incluso sin la presencia de la central».