Entrevista | María Lorenzo Valero Ganadora del Premio Jordi Sierra i Fabra de Literatura para Jóvenes

"Pregunté a mis abuelos cómo era su vida y construí el relato a partir de retazos"

"Conocí a una señora que me contó su historia, no recuerda apenas nada de su infancia, solo a su maestro, pensé que no se podía perder"

María Lorenzo Valero.

María Lorenzo Valero. / CEDIDA

"Realista, intenso y bellamente escrito, con una profunda sensibilidad". Así es como el escritor Jordi Sierra i Fabra ha descrito "El muñeco del maestro", la novela con la que la joven María Lorenzo Valero, de 16 años, (León, 2007) se ha alzado con el premio del único concurso de novela para menores de 18 años de España. En su XIX edición, el galardón ha recaído en esta joven descendiente de Aliste gracias a una obra en la que Lorenzo Valero ha conseguido recrear la historia de una niña de la guerra y su maestro rural, un relato basado en un testimonio real, alimentado de las vivencias de sus abuelos de Mahíde y Sejas que la editorial SM publicará en los próximos meses.

–Su primera novela la ha convertido en la ganadora del premio Jordi Sierra i Fabra 2024 para jóvenes escritores. ¿Cómo ocurre esto?

–En el colegio nos propusieron hacer un voluntariado en las residencias de ancianos de León. Siempre había querido ser voluntaria y como me pareció una iniciativa súper bonita, pues allí me presenté con mis amigas.

–Allí encontró a su protagonista.

–Conocí a una señora con la que me senté a hablar y al instante me empezó a contar su historia. Cuando era una niña había tenido un maestro que ella recordaba con mucho cariño, porque llevaba un muñequito de madera y lo ponía a barrer encima de la mesa, el muñeco era barrendero. Gracias a esto los niños iban contentos a clase.

–Pero su maestro desapareció.

–Sí. Ella me contó que se llevaron al maestro y no volvió a saber nada más de él cuando empezó la guerra.

–Hubo algo que le sorprendió del relato de la anciana.

–Claro, es que esta mujer tiene alzhéimer. No recuerda apenas nada de su infancia, ni de los años que siguieron, ni de la guerra. Solo recuerda a su maestro y al muñeco.

–Este testimonio le cautivó lo suficiente como para escribir su primera novela.

–Me pregunté qué tuvo que haber hecho este hombre para dejar una huella tan fuerte tanto en el corazón de sus niños como en sus recuerdos. Esta anciana que apenas recuerda nada sí que le recuerda a él, su maestro. Pensé que esta era una historia que no se podía perder y tenía que retratarla de alguna forma.

lo que más me ayudó fue ir al pueblo y preguntar a la gente cómo vivía, a mis abuelos. Qué hacían, cómo era su vida, cómo era ir a la escuela.

–La anciana de la residencia, ¿es su protagonista o creó otro personaje?

–Sí, es su historia. En mi relato se llama Carmen, su nombre real no puedo decirlo. Le pedí permiso para contar su historia, y me dijo que claro que podía escribirla. Y a eso me puse.

–Sobre el maestro, ¿ha conseguido averiguar algo del nombre real o de la vida de esta persona?

–Conozco su nombre, pero ella me pidió que tampoco se supiera. A parte de eso, lo único que tengo es su testimonio, pero solo recuerda al maestro y al muñeco.

–Entonces ha aderezado el relato con su propia imaginación.

–Claro, me ha sido complicado construir todo ese ambiente que rodea la novela porque cuando le preguntaba cómo era su vida o a lo que se dedicaba ella, sus hermanos, sus padres... no lo recordaba. Entonces tuve que recurrir a muchas películas, muchos documentales y también leí varios libros.

–¿Ahí es cuando aprovechó su relación con Aliste y el testimonio de sus abuelos?

–Efectivamente, lo que más me ayudó fue ir al pueblo y preguntar a la gente cómo vivía, a mis abuelos. Qué hacían, cómo era su vida, cómo era ir a la escuela. Y entonces también construí el relato a partir de retazos, de historias que son reales, pero que no tienen que ver con la historia de la anciana.

Juego un poco con ese realismo mágico de que no se sabe si realmente el muñeco tiene vida o si solamente lo ve la niña y su maestro.

–Entonces la novela tiene trazas de la infancia de sus abuelos en Aliste.

–Al no poder recurrir a la de esta señora hay piezas de todos lados. Es un poco una mezcla de lo que me contaba ella, de mi imaginación y de experiencias de mis abuelos de cómo era la vida en aquella época.

–El escritor Jordi Sierra i Fabra ha destacado de su historia que es "rica en vocabulario, propio de un ambiente rural de la época". ¿Son palabras de Aliste las que usa?

–No sé si son alistanas, pero sé por mi abuela que en Mahíde se decían. Por ejemplo, en la recogida del lino, a las espigas las llamaba manadas, las agrupaba en quejes y las llevaban al río y luego a la era. He intentado retratar este proceso en la obra para darle un aspecto más rural.

–¿Cómo fue el proceso de creación?

–Estuve dándole vueltas y mis profesoras de Lengua y Literatura me propusieron que quizás podría presentar al muñeco como un autónomo. O sea, que tuviese vida. Juego un poco con ese realismo mágico de que no se sabe si realmente el muñeco tiene vida o si solamente lo ve la niña y su maestro.

–¿Y cuándo empieza a escribirlo? Parece que fue un trabajo de varios meses.

–En marzo conocí la historia, en aquel momento todavía no había encontrado la oportunidad para plasmarla porque lo único que había escrito eran relatos, y yo sabía que en un relato no podría expresar todo lo que encierra esta historia.

No encontramos un lugar en el que se nos dé esa oportunidad de expresarnos. Y por eso me parece que el concurso de Jordi Sierra i Fabra es un regalo para nosotros.

–¿Qué fue lo que le hizo dar el paso?

–El premio Jordi Sierra i Fabra apareció de repente, pensé que era una oportunidad más que buena para contar todo lo que tenía que decir. Empecé a escribir a finales de junio y acabé a principios de septiembre, cuando cerraba el plazo.

–Esta es la primera novela que escribe, pero no es la primera vez que publica.

–Sí, me presenté al concurso de cuento Río Duero. Y también gané, quedé primera en la categoría de tercero y cuarto de la ESO.

–Se presentan muchas menos novelas que antes a este premio, ¿cuál es su impresión como escritora joven sobre el interés de su generación por la literatura?

–Creo que muchas veces el problema es que nos encontramos perdidos, no sabemos cómo expresar lo que queremos decir ni encontramos un lugar en el que se nos dé esa oportunidad. Y por eso me parece que el concurso de Jordi Sierra i Fabra es un regalo para nosotros.

El premio se entrega en junio. Sobre el texto, mi editora ya tiene el manuscrito y está trabajando con él.

–El libro se publicará bajo la editorial SM en los próximos meses, ¿qué queda por delante?

–El premio se entrega en junio. Sobre el texto, mi editora ya tiene el manuscrito y está trabajando con él.

–¿Cómo fue el momento de coger esa llamada de teléfono y descubrir que era la ganadora? ¿Qué se le pasó por la cabeza?

–Nada, yo lo único que pude hacer fue llorar.

–¿Tiene alguna idea en la cabeza de cuál va a ser su próxima historia?

–Hay algunas ideas en el aire, pero todavía tengo que juntarlas y limpiar. Lo único que puedo decir es que tiene que ver también con la guerra.

–Además de lo que escribe, también es muy importante lo que lee. ¿Cuáles son sus autores de referencia?

–Umberto Eco me gusta mucho. "El fabricante de muñecas" de R. M. Romero, es el libro en el que me baso para escribir y el que realmente me marcó. Y mi única meta en la vida ahora mismo es aprender a escribir como Philippe Claudel.

–¿"El muñeco del maestro" va dedicada a alguien?

–A mi madre y a los niños que perdieron la vida durante la Guerra Civil.

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