Caraucus: un alistano en tiempos de Roma

Zamora Protohistórica halla en la iglesia de Rabanales una lápida granítica del siglo I que correspondería al padre del ya conocido Alión y abuelo de Potitus

Rabanales incrementa su patrimonio material con el hallazgo de una antigua lápida de la época romana en la iglesia parroquial de San Salvador. Supone la primera atestiguación del antropónimo Caraucus, hasta el momento desconocido en el Imperio de Roma, lo cual enriquece la información disponible para el estudio de la unidad social indígena prerromana de los Zoelas.

El descubrimiento lo ha llevado a cabo el equipo de arqueología de la Asociación Científico Cultural "Zamora Protohistórica", presidida por Oscar Rodríguez, que desde 2018 dirige las excavaciones arqueológicas de Castrum Zoelarum en el municipio; La Encarnación de Mellanes y El Castrico de Rabanales.

Se trata de un soporte monolítico cuadrangular de ascendencia vertical de 143 por 41,8 centímetros elaborado en granito de un color grisáceo. Probablemente formaría parte de una estela, actualmente sin cabecera, quizás ausente por la preparación del bloque como sillar. La procedencia podría estar en el Castrico excavado en 2021,2022 y 2023 que habría estado poblado en la segunda mitad del Siglo I y la primera mitad del Siglo II.

La sorpresa no ha requerido de pico y pala, pero sí de paciencia y método. Ya en 2019 un importante investigador de la Universidad de Alicante, Juan Manuel Abascal Palazón, había dado a conocer otra estela, casi borrada con el paso del tiempo, en la cabecera del templo, en la parte externa de la pared y a gran altura, dedicada a un tal Magilus. También en un altarcillo o ara que apareció en su interior y que pudo documentarse por las indicaciones de Domingo Ferrero. Por lo general este tipo de importantes hallazgos suelen ser conocidos y cuidados desde siempre por la gente de cada pueblo, que hacen una inmensa e impagada labor de vigilancia que nunca está de más reconocer.

Sucedió cuando el equipo de Zamora Protohistórica se encontraba mejorando el censo de epigrafía de Rabanales cuando en una de sus labores ya rutinarias de su proyecto Castrum Zoelarum, para incluir capturas tridimensionales de gran resolución de cada una de estas lápidas, cuando realizaron una nueva labor prospectiva dentro de la iglesia de San Salvador.

Investigadores de gran talla

Resultaba altamente improbable encontrar algún nuevo epígrafe, más aún cuando tantos investigadores y de gran talla como Gómez Moreno, Ángel Esparza y Martín Valls, Rodríguez Colmenero, Alejandro García San Juan o el propio Abascal Palazón, habían pasado ya por allí. No obstante, había que intentarlo.

De manera sistemática revisaron todas las piedras de las paredes y del suelo a su balance, mirando en los recovecos más impensables. Pero la sorpresa no estaba para nada escondida: frente al altar mayor, en el dintel del vano que da acceso al pie de la torre, un gran bloque de granito aparentemente mudo comenzó a hablar. al pasar una linterna frente a él.

Según Francisco Javier González de Zamora Protohistórica "a juzgar por los datos de que se dispone se correspondería a la segunda mitad del siglo I después de Cristo o de la primera mitad del II y estaba dedicada a Alión, hijo, según interpretan los investigadores, de un tal Carauco. La lectura de estas piedras no siempre es clara. El nombre Carauco era completamente desconocido en el Imperio de Roma. Se trata de un nombre de raigambre céltica, indígena, en un período en que los pueblos de la zona estaban pasando a integrase de manera definitiva al mundo romano".

Tres generaciones

Otro dato mueve a la imaginación, aunque resulta más difícil de demostrar. En la misma iglesia existe otra lápida romana, dedicada a una persona llamada Potitus, que es hijo de un tal Alión.

Los investigadores de Zamora Protohistórica plantean que pueda tratarse de toda una saga familiar. De ser cierto, los nombres de abuelo, padre e hijo mostrarían claramente como se pasa de un mundo culturalmente indígena (quizá Zoela) a otro en que los nombres ya son latinos.

Este hallazgo no es ni mucho menos casual: el aliento y apoyo que el Ayuntamiento de Rabanales, presidido Santi Moral Matellán, ha puesto en que exista un equipo de arqueólogos dedicados a adentrarse en su patrimonio arqueológico va dando lentamente sus frutos; son proyectos que se cuecen a fuego lento. A día de hoy se ha creado en torno al fenómeno patrimonial una actividad fija pensada no sólo para los vecinos, sino también para atraer visitantes en agosto, con una ruta consolidada que pasa tanto por el pasado castreño como por la epigrafía romana y acaba en las propias excavaciones de las viviendas de aquellos cuyas lápidas se acaba de ver. Magnífica la labor de Zamora Protohistórica.

Con el continuado apoyo de la Fundación Fomento Hispania y la Diputación de Zamora se ha instalado cartelería por todo el pueblo que permite al visitante conocer mejor estas estelas, se han realizado charlas, talleres y documentales, un museo virtual, de tal manera que hoy el nombre de Rabanales suena a sus excelentes carnes y setas, pero también un poco a su arqueología.

No es el único pueblo alistano del entorno en que se están dando hallazgos: en 2011 en San Juan apareció otra de estas aras y acaba de ser conocida otra en Viñas por el arqueólogo alistano Ángel Carballés. Casos en que de nuevo son los propios vecinos los que, preocupados por su patrimonio, lo protegen, conservan y dan a conocer cuando quien pregunta merece su confianza. Demuestran estos hallazgos y algunos otros que quizá estén por venir es que, si uno sabe mirar y escuchar, las viejas paredes todavía tienen mucho que contarnos sobre otras épocas y otras gentes no tan distintas a nosotros.

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