San Isidro salía ayer por las calles de prácticamente todos los pueblos de Zamora, a sus pies los bueyes arando (sin su ayuda), para bendecir los campos en un último intento de los agricultores y ganaderos de la provincia por acabar con la sequía. Aunque el santo escuche y traiga lluvia, será tarde en amplias zonas done la cosecha ya está más que perdida.
Las procesiones para bendecir los campos ha sido sucedidas en la mayoría de los pueblos por un refrigerio para los asistentes a los actos religiosos, como fue el caso de Venialbo, en la Tierra del Vino, o también mucho más al norte, en Manganeses de la Lampreana, donde el patrón de los labradores fue protagonista de una fiesta muy concurrida, a la que asistieron vecinos de todas las edades.
En la villa de Fermoselle, en los Arribes del Duero, han recuperado esta procesión, que llevaba más de 15 años sin celebrarse. Unas 200 personas acompañaron a San Isidro por la ronda hasta un mirador sobre los Arribes desde el cual se efectuó la bendición de los campos. Al terminar, la parroquia ofreció chocolate con bizcochos para todos.
En otros pueblos la celebración se adelantó al domingo o al sábado, debido a la escasez de curas en el mundo rural.