La Opinión de Zamora

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Jonathan Pérez Fernández Escritor. Becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores

“La literatura lo imprega todo, te educa en una forma de estar en el mundo”

"Existen estados de ánimo que favorecen la escritura, pero también hay mucho de oficio" | "El Club de Lectura que hemos creado en Palacios del Pan me da mucha energía"

Jonathan Pérez Fernández durante la entrevista en el Parador Nacional de Zamora José Luis Fernández

Cuando se realizó esta entrevista, Jonathan Pérez Fernández –25 años, natural de Montamarta– tenía entre manos cinco libros. “El coronel no tiene quien le escriba” (García Márquez), “Palabras mayores” (Emilio Gancedo), “Felicidad” (Olga Novo), “Enredada en azul” (Guadalupe Arbona) y “El arte de amar” (Erich Fromm). Novela, crónica, poemario, diario y ensayo.

Cinco géneros literarios de los que se nutre este joven escritor que abandonó una brillante carrera como jurista –renunció a la oposición de Abogado del Estado, en la que se embarcó tras ser el número 1 de su promoción en la Universidad de Salamanca– para entregarse a la literatura. Tras un Máster Universitario de Escritura Creativa, el curso pasado, prepara las maletas para una estancia de un año en Córdoba como becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores.

El zamorano se encuentra entre los catorce elegidos del mundo para formarse en una “casa” por la que han pasado alumnos sobresalientes, galardonados después con premios nacionales e internacionales en distintas disciplinas, literatura, música, artes plásticas y visuales.

–¿Cómo se explica que un brillante abogado con el futuro laboral resuelto decida dejar todo por la literatura?

–Consideraba que ya no tenía nada más que aprender. Con el Derecho sentía que no conseguía satisfacer mi curiosidad intelectual y, para mí, la literatura es una forma de conocimiento más sofisticada. La literatura te educa en una forma de estar en el mundo. Educa tu mirada, tu forma de relacionarte. Lo impregna todo. Necesitaba un área que vertebrase lo que yo soy. Siempre he sido un apasionado por el conocimiento, me gustaba saber de todo y la forma más cercana a la totalidad del conocimiento es la literatura.

–¿Existe un autor venerado que le haya marcado?

Nabokov me provocó el primer deslumbramiento. Después de leerle decidí continuar con autores que él consideraba maestros, como Gogol y Tolstoi. Y más tarde con los hijos que admiran su forma de escribir, como Martin Amis o Zadie Smith. Así empezó todo. Luego es como un árbol genealógico que va saltando de rama en rama y un autor te lleva a otro.

Nabokov me provocó el primer deslumbramiento; después decidí continuar con sus maestros

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–Ha sido un estudiante brillante, ¿cree que es una condición fundamental para dedicarse a la literatura?

–No se si hablaría de brillantez o más bien de una mirada original que no coincide con un lugar común. Eso sería como el punto de partida, pero hay mucho de oficio.

–¿Entonces el escritor nace, pero también se tiene que hacer?

–Sí. El oficio es bastante importante. Hay como un legado que nos viene de los románticos del siglo XIX. Esa idea de que la literatura es un rayo que te cae, un demonio que tienes en la cabeza y te susurra al oído. Creo que sí que hay estados de ánimo, a los que no se si llamar inspiración, que favorecen la escritura. Pero hay mucho de oficio. Fernando Broncano dice que las palabras forman parte de la realidad y al final tienes que manosear esa materia prima para que cuando te pongas a trabajar, éstas se junten y nazcan como enlaces afortunados. Hay que familiarizarse con las palabras y para eso es necesario escribir mucho. Y leer muchísimo.

Con el Derecho sentía que no conseguía satisfacer mi curiosidad intelectual

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–Se entiende la renuncia a las oposiciones de Abogado del Estado para “aprender” a escribir.

–El desencadenante fue también el estar preparado para descubrir la belleza, que yo asocio al nacimiento de una sensibilidad que no vas a coartar. Cuando me voy a Madrid me distancio de mi familia y del lugar del que vengo, y ahí nace una sensibilidad que quizás antes había asomado y yo acallaba, hasta que le di rienda suelta. Fue un descubrimiento de la belleza a partir de la palabra escrita, y de una forma tan potente que me llevaba a decir, quiero poner mi inteligencia para hacer algo bello. Y luego tiene que ver con razones ideológicas, que eso es importante para mí.

Jonathan Pérez Fernández JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

–¿En qué sentido?

–Durante la carrera era fiel defensor del Estado de Derecho, ahora no. Leí en una sola noche “Análisis de la sociedad del bienestar” de Agustín García Calvo y esa lectura me llevó a cuestionarme muchas cosas. Estoy poniendo mi inteligencia al servicio de un Estado de Derecho con que el no estoy de acuerdo. Me identifico con las críticas que hacen al sistema autores como García Calvo o Foucault.

He pasado de buscar un centro, de intentar abolir el conflicto, a considerar que, aunque en las calles no haya ruido, el conflicto está latente

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–Experimentó un giro ideológico de 180 grados.

–Yo me consideraba socioliberal. He pasado de buscar un centro, de intentar abolir el conflicto, a considerar que, aunque en las calles no haya ruido, el conflicto está latente. En mi literatura habrá como un esfuerzo por aunar la creación de algo bello con la transformación de la realidad.

–¿Es una necesidad de cambiar un mundo que no le gusta a través de la literatura?

–En la novela que estoy trabajando, “Vallesordo”, ahora mismo lo político está supeditado a la creación de belleza, porque no me siento aún preparado para escribir una novela como “Lectura fácil” de Cristina Morales. Aún así, hay una crítica a una forma de educar, no me refiero a nivel familiar, sino a una forma de estar en el mundo, el “animal laborans”, la persona que vive para trabajar. Quien que lea la novela percibirá la idea de que me han legado un mundo que no me gusta. Eso me afecta a nivel sentimental y los afectos al final también son un poco políticos.

Ahora ya siento que soy escritor, pero necesito creérmelo más

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–Le espera un año muy fecundo gracias a la beca de la Fundación Antonio Gala. ¿Qué espera de la experiencia en Córdoba?

–Tengo mucha curiosidad, creo que me va a ayudar a creer de verdad que soy escritor y no sentirme un impostor pensando que es una etiqueta que me viene grande. Ahora ya siento que soy escritor, pero necesito creérmelo más.

–Va a convivir con otros creadores, no solamente escritores, con los que podrá compartir experiencias y saber.

–Tengo muchas ganas de aprender de otras formas de arte. Si la literatura se relaciona con una forma de ver el mundo, el escultor, el pintor o el músico tienen su propia forma de plasmarlo. Esa sensibilidad se educa, crece, muta al entrar en contacto con otro tipo de sensibilidades. Estoy muy contento. El propio Antonio Gala habla de la “fecundación cruzada”. Los jóvenes se reúnen para explicar sus avances y compartir sus experiencias, enriqueciéndose los unos de los otros. Eso me atrae muchísimo; una especie de Grupo de Bloomsbury en Córdoba.

Jonathan Pérez Fernández JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

–Frente a una idea individualista ahora prima una forma de creación más comprometida.

–Sí, los escritores de mi generación hablan mucho del contexto, de la precariedad, de lo que ha costado escribir. Por ejemplo, cómo la precariedad hace que se escriban libros más cortos. Sí, creo que hay menos individualismo. Por eso me siento más cómodo con una especie de creación en colectivo.

–¿Esa imaginación tan desbordante, una curiosidad innata le ha hecho sentirse “rara avis”?

–Sí. Lo que pasa es que también he tenido una personalidad muy camaleónica. Y cuando descubro la literatura, como no tenía interlocutores, escribía a los autores correos electrónicos y ellos me contestaban como a alguien que está lejos de ti. Eso me dolía un poco. He escrito a editores para que me dijeran que podía ser escritor, necesitaba validación en ese momento. También le enviaba mis artículos, como los que he escrito en La Opinión, por ejemplo a Irene Vallejo y me contestaba. Me corregía alguna cosa y me decía que me agarrara fuerte a esa vocación y para adelante.

–Una forma de acercarse y descubrir a los autores es a través de los club de lectura como el que ha promovido este verano en Palacios del Pan. ¿Cómo nace este proyecto?

–Yo tenía necesidad de interlocutores y por eso, cuando estaba en Madrid, fundé una tertulia en “Madre Flaca”, un bar de Lavapiés. A partir de esa experiencia pensé que me encantaría que pasase en un pueblo y la verdad es que ha salido muy bien. Antes en el pueblo había un montón de solanas, ahora solo quedan dos. Ves las calles vacías. Pensé, cómo puedo hacer que la gente se junte otra vez a hablar. Esa sería la primera razón, la literatura como punto de encuentro. Y la otra, la literatura como forma de conocimiento apta para todos.

Vivir la literatura en colectivo hace que todo tenga más sentido

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–¿Qué le ha aportado esta experiencia en Palacios con lectores variopintos, desde amigos, personas desconocidas o su propia maestra de la infancia?

–Veo más entusiasmo en este club de lectura que con otras personas con las que me he relacionado. Hay un agradecimiento y un no dar por hecho en el sentido de que yo he creado esto, los lectores del club lo cogen en brazos y entre todos vamos a intentar conservarlo. Acaba el verano y lo que siento sobre todo es gratitud hacia la gente, y en algunas personas es bonito ver cómo se va sutilizando la mirada. Llevamos tres meses leyendo y se nota que cada vez captan más el matiz, y yo aprendo un montón. Vivir la literatura en colectivo hace que todo tenga más sentido. Porque el escritor es una persona que pasa muchas horas solo y yo salgo de ahí con mucha energía.

Como amante de la literatura, al club de lectura de Palacios del Pan le debo gratitud y aprendizaje

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–Los autores aprenden con las aportaciones del lector.

–Sí. Como amante de la literatura al club de lectura le debo gratitud y aprendizaje. Me he hecho un mejor lector gracias a ellas, porque la mayoría son mujeres. Saber que la puesta en valor de la literatura en un pueblo de 200 habitantes es posible, ver la cultura como un lugar de encuentro me reconforta mucho. En el mundo en el que vivimos, con el que estoy tan en desacuerdo, me gusta ver que hay como un reducto o una posibilidad de resistencia a partir de la cultura.

–¿Hasta qué punto el territorio donde ha nacido va a influir en su obra literaria?

–La novela que voy a escribir en Córdoba, “Pañuelo de Tierra”, tiene mucho que ver con mis orígenes. Se trata de dos monólogos interiores de un abuelo y un nieto y quiero poner en valor la oralidad zamorana. Ahora es algo que quiero hacer con mi literatura, así que voy a permanecer unido a esta tierra a corto plazo, sí o sí.

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