En alguna ocasión ya he comentado cómo la fiesta del Cristo tiene unas raíces que la hacen asentarse en este pueblo alistano, pero dos importantes ramas que la hacen vistosa.

Las raíces son la vivencia profunda, sincera y sencilla de este pueblo que tiene a Dios en el epicentro de sus vidas. La feria de San Vitero tiene, sobre todo, una dimensión religiosa.

Y las ramas (lo que vemos) son la dimensión social de encuentro festivo y la dimensión económica y, en estos tiempos difíciles para el Mundo Rural, estas dos ramas no deben ser despreciadas:

  • En primer lugar, porque en medio del vaciamiento de nuestros pueblos es imprescindible buscar momentos y lugares de encuentros festivos.
  • Y, en segundo lugar, porque el dinamismo económico es necesario para frenar nuestro problema poblacional. Es cierto que algunos pensamos que, el problema demográfico, no es principalmente un problema económico, sino cultural pero no podemos despreciar la importancia de la economía, otra cosa es que debamos buscar una economía alternativa para el Mundo Rural (y este está siendo el motivo de reflexión del Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos en la actualidad) y para este mundo en general.

Pero si nos centramos en las raíces religiosas de este pueblo y de esta feria es importante que seamos conscientes de que la religión, tal y como Jesús la quería, no tiene solo un componente de satisfacción personal, debe tener un componente de compromiso social ya que Jesús nos dijo: “he venido a anunciar la liberación a los pobres”. Y esto significa que la religión debe tener una triple dimensión:

  • Una dimensión de mirada profunda a la realidad. Y mirar en profundidad la realidad significa descubrir la belleza de este mundo (porque el mundo es bello y un cristiano no puede llenarse de pesimismo), pero, mirar en profundidad, también supone tanto desentrañar las injusticias y sus causas como descubrir el dolor de las personas y de la creación entera (el cristiano no puede vivir en la ingenuidad). 
  • En segundo lugar, la religión nos educa el corazón para que esa realidad nos toque de lleno haciéndonos gozar con la belleza, pero también provocando la indignación ante la injusticia.
  • Y, en tercer lugar, la religión debe ser algo que remueva nuestras comodidades para no quedarnos solo en la indignación, sino que seamos capaces de salir a transformar esa realidad para crear un mundo tal y como Dios lo desea.

Una religión que no nos ayude a mirar la realidad, a disfrutar en ella e indignarnos ante sus sombras dejándonos tocar el corazón y movilizando nuestras manos en solidaridad, no es la verdadera religión cristiana. La fiesta religiosa que es el Cristo quiere tener esta dimensión de preocupación social. Y este año ponemos nuestra mirada y nuestras manos en Ucrania.

Por eso la Eucaristía del Cristo va a tener como epicentro esa realidad que nos preocupa. Y lo vamos a enfocar desde tres momentos:

  • Un momento orante que va a ser toda la Eucaristía. Vamos a invitar a rezar por la situación del mundo y la paz en Ucrania.
  • Un momento profético, en el que se nos va a invitar a ser profetas, es decir, a ser personas que miren más allá de la realidad inmediata para denunciar las causas de esta guerra (y de todas las guerras) y para destapar el drama de estos refugiados (pero también de todos los refugiados que, como no son noticia, parece que no existen). Es importante que, desde la fe, eduquemos nuestro corazón para que sea un corazón sensible más allá de la noticia del momento.
  • Y un momento solidario (el momento del compartir) en el que vamos a invitar a volcar nuestra solidaridad en esta situación puntual, concreta. Una solidaridad que implica dos cosas: aportar de nuestro dinero (y lo que se recaude en el Cristo este año va a ir destinado, a través de Cáritas, a ayudar a paliar los efectos de esta absurda guerra) y acoger a las personas que nos necesiten.

Esperemos que sepamos gozar de la belleza de esta fiesta en este momento de la historia que nos ha tocado vivir siendo solidarios con las personas que están sufriendo: los cercanos y los lejanos.