“Cuando entréis en el pueblo preguntad por Jesús, el de las negras”. Todo el mundo lo entiende. “Sí, el pastor”. No hay otro. Una explotación de ovejas de castellana negra, raza autóctona en peligro de extinción, es por sí mismo una rareza. Aún más en el alfoz de Zamora. Hasta las mismas puertas de la ciudad pastorea el rebaño guiado por Jesús Manuel Mañanes Alijas.

Hijo y nieto de pastores, con 45 años es uno de los “jóvenes” de un oficio milenario que se enfrenta al desafío de la falta de relevo. Son los últimos resistentes, legatarios de un manejo tradicional del ganado que se acaba. “Hay que querer ser pastor” cuenta Jesús Manuel. Para él las ovejas son “pasión”.

Jesús Manuel Mañenes con sus perros JOSE LUIS FERNANDEZ

No concibe la cría del ganado de otra manera que la que vivió de niño. “Yo era ciego con las ovejas. Fíjate hasta que punto que, siendo un crío, una vez me salí del colegio en Zamora (El Tránsito) para irme con el señor Simón, un pastor que llevaba el rebaño casi hasta las mismas puertas. Cuando aparecía con el rebaño, yo me asomaba a la ventana y no me retiraba hasta que le perdía la vista; un día salté la alambrada y me marché con él. Se preparó un lío…”.

Este ganadero de Valcabado del Pan nunca se ha planteado otra cosa que continuar con el oficio de su padre y su abuelo. Cría un millar de ovejas “negras”, de ordeño y de carne, con las que pastorea los 365 días del año por el término de Valcabado, parte de Zamora capital y Villagodio. Unas mil hectáreas que Jesús Manuel “peina” con su rebaño llueva, nieve o abrase el sol.

“Cuanto más largos son los días, más pastoreo. A las ovejas cuantas más horas mejor, el aire libre es lo mejor para ellas"

“Cuanto más largos son los días, más pastoreo. A las ovejas cuantas más horas mejor. Necesitan andar, echarse, comer. El aire libre es lo mejor para ellas. Las razas intensivas son de otra manera” explica el ganadero. Son horas y horas recorriendo pastos y rastrojeras. Nunca se aburre un pastor. “Yo voy a Zamora lo justo, hago lo que tenga que hacer y vuelvo con mis animales. Qué imagen más recordada la de los atajeros con sus 100-150 ovejas, todo el mundo hablaba y los rebaños no se juntaban. Aquello era el portal de belén” evoca este guardián de un oficio milenario.

Jesús Manuel Mañanes pastoreando en Zamora JOSE LUIS FERNANDEZ

“Estoy feliz en el campo, escuchando la radio, que ha sido mi gran compañera” cuenta el pastor mientras se prepara para un nuevo recorrido. “Ha sido mi maestra, yo aprendí a hablar con la radio, me ha enseñado a saber expresarme. Y los periodistas agrarios son sagrados. Quizás ahora el móvil y las redes sociales me están desvirtuando un poco, el Facebook y demás, pero sobre todo la radio me educó”.

"La polémica de la ganadería solo busca enredar; el problema es mantener el negocio agrario"

Este pastor zamorano está muy al día de lo que pasa, del pim pam pum político creado a raíz de las declaraciones del ministro de Consumo, replicadas al antojo de unos y otros. “Esta gente, todos ellos digo, busca otros fines. No ayudar a la ganadería, sino enredar. ¿Macrogranjas? Que hablen de lo que hay aquí, explotaciones familiares que son las que dan vida a los pueblos. Pero eso no les importa”. Nunca la ganadería extensiva ha estado tan en boca de un espectro político más pendiente del ruido que de las nueces. “El problema es mantener el negocio agrario, ahí es donde tienen que mirar. Porque como nos acabemos nosotros, adiós los pueblos. Como siga así, esto se desangra”.

Es lo que echan de menos las gentes del campo. Medidas desde la realidad de la tierra, no la frialdad de los despachos. “El pastoreo está en peligro de extinción, esto no lo quiere hacer nadie ni se han ocupado de apoyarlo, yo tiraré hasta que pueda”. Jesús defiende un sistema que es “muy bueno” para las ovejas y para el campo, pues regenera y aprovecha los recursos naturales. Sus ovejas negras se alimentan con rastrojeras de cereal y otros cultivos, además de algunos pastos.

"El pastoreo es la sanidad de las ovejas, no están confinadas; es bienestar animal, eso de lo que tanto hablan ahora”

“Casi no se me muere ninguna. El pastoreo es la sanidad de las ovejas, no están confinadas, andar las viene muy bien. Es bienestar animal, eso de lo que tanto hablan ahora” cuenta con orgullo. La castellana negra es una raza singular por su rusticidad, que “aprovecha muy bien los pastos, cría unos lechazos buenísimos, bien engrasados. Si la incentivaran un poco de esto se vivía, pero en las condiciones actuales es imposible”.

No es fácil mantener una raza autóctona y con los insumos disparados todo se complica. “Las ovejas castellanas dan la leche que dan, aunque intentes mejorarlo, mucho más no lo puedes subir. Si encima no te pagan la leche a su precio al final te toca dejarlo”.

Ahora que se negocian los contratos, ¿confía en una mejora? “No les interesa, la industria está muy a gusto así pero hay que subirla porque los costes de producción han subido y con el mismo precio nos vamos al garete” reflexiona el ganadero zamorano.

“Hay comunidades como Castilla-La Mancha que está defendiendo la DO, pero aquí se va a terminar por perder. La castellana de leche se acaba y las razas autóctonas en general lo tienen muy difícil. La gente va a la producción y cualquier ganadero es más productivo que nosotros con querer mantener estos animales. Así, quién quiere el pastoreo; es muy bonito ver los rebaños en el campo, los perros, el morral y la cayada, pero a la hora de la verdad la oveja no te da”.

"Es muy bonito ver los rebaños en el campo, los perros, el morral y la cayada, pero a la hora de la verdad la oveja no te da”

¿Entonces por qué sigue con ellas? “Porque me gustan mucho, soy feliz pastoreando pero llegará el día que también me cansaré”. Por ahora Jesús no perdona ni las fiestas más señaladas de la Navidad. “La familia empeñada en que comiera con ellos, pero uno ya está enseñado a las ovejas, a estos animales no puedes dejarlos encerrados, es lo que me han enseñado, nací entre ellas. Al pastor le tienen que gustar las ovejas, sino nunca vas a hacer nada. Hay que querer ser pastor” insiste.

Jesús Manuel Mañanes es socio de ANCA (Asociación Nacional de Raza Castellana), a la que pertenecen en la actualidad 80 ganaderías, todas de Castilla y León (menos Palencia), la mayoría de Zamora y una de La Rioja. Las explotaciones agrupan a 47.500 animales de castellana blanca y negra. Apenas un diez por ciento de esas ganaderías son exclusivamente de variedad negra, no porque el animal sea peor, ni mucho menos. Al igual que la blanca, produce un lechazo de elevada calidad amparado por la IGP Lechazo de Castilla y León.

Originaria de las comarcas zamoranas del oeste, principalmente Aliste, a la oveja negra le ha acompañado la maldición que representa muy bien el dicho popular. “La oveja negra de la familia”. Nadie quería esa lana, se pagaba mucho más la blanca, lo que complicaba la supervivencia. Aunque la variedad se ha fortalecido en los últimos años gracias a las ayudas, la oveja castellana negra sigue siendo minoritaria y está declarada como raza en peligro de extinción.

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"La calidad de nuestros productos es indiscutible, pero desde la asociación respetamos todas las ganaderías"

José Castedo, presidente de ANCA, destaca de la raza autóctona castellana, “el aprovechamiento mejor que tiene es el pasto”. Y el mayor problema al que se enfrenta es la falta de relevo. “En general estas ganaderías están en manos de la familia porque hay que dedicarlas mucho tiempo todos los días del año; es muy sacrificado y a nadie le atrae el pastoreo”. Sin querer alimentar la polémica creada con las “macrogranjas”, Castedo defiende “la calidad de nuestros productos es indiscutible. Pero desde la asociación respetamos todas las ganaderías y las ovejas de producción intensiva. Todos queremos trabajar de la mejor manera”.