La asociación sociocultural “La Alameda” de Sotillo cumple 25 años de su constitución y para conmemorar esta cifra han comenzado la reconstrucción del horno vecinal situado en la plaza del pueblo, un lugar céntrico en el que vecinos y turistas pueden ya contemplar el crecimiento progresivo de las paredes. El horno estaba totalmente caído y ello ha permitido modificar una de las esquinas para dar un metro de amplitud a la calle.

En 2012 se iniciaron las gestiones para adquirir el solar donde se levantaba el horno para rehabilitarlo, previa una campaña de firmas de los antiguos dueños del edificio para su reconstrucción. El proyecto sale en estos momentos adelante a su actual presidenta, María Rodríguez y el vocal de Recursos Etnográficos, Óscar Carracedo. Los dos años de pandemia y el obtener recursos suficientes para completar la primera fase de la obra han retrasado su ejecución.

La recuperación de este edificio de más de 200 años se realiza con los fondos aportados por los socios, amistades y actuaciones de la asociación para recaudar dinero. Las obras comenzaron el pasado 20 de septiembre y está previsto que concluyan en noviembre. “Sin subvenciones, por mucho que las buscamos y en estos momentos seguimos buscándolas” señala uno de los representantes de la asociación. Un gesto bonito es el de los niños que aportan un euro de su paga para las obras y que serán “padrinos” de este edificio del que aprenderán el proceso, desde la siembra y cosecha del cereal, para obtener la harina y elaborar el pan.

El horno estará a disposición de los vecinos mediante un reglamento de uso y lo más importante es que se enseñará a los niños a hornear su propio pan “y que sepan que el pan no se hace en una bolsa de plástico”. Todavía hay personas mayores que recuerdan cocer en este horno. La única modificación será el propio horno que no será de bóveda, sino más moderno.

Miembros de la asociación “La Alameda”. | Araceli Saavedra

El edificio figuraba en documento de 1911 donde se señalaba la necesidad de arreglarlo por su mal estado. Por este horno aunque era de varios socios pasaban prácticamente la mayor parte de los vecinos a los que se les cobraba por cocer el pan una cuantía en reales, como explica Felicitas Castaño. Cuando era niña, ella y un vecino llamado Miguel “pasamos mucho miedo” de oír a la madre de Miguel contar cómo el lobo se le había cruzado no sé cuántas veces en el camino. “Nos mandaron a hacer un recado y pasamos mucho miedo que no éramos capaces de ir a ningún sitio porque de cada sombra nos parecía que salía un lobo”.

La Alameda surgió en 1995 ante la necesidad de los naturales de Sotillo que solo se veían en verano y que se lamentaban “de lo poco que quedaba que se pudiera hacer en común” y la evidencia de la pérdida de tejido social por la emigración y la pérdida de tradiciones y costumbres con la casi desaparición de la labranza y la ganadería. En la escuela había más de 50 niños y niñas que difícilmente podían vivir y formar su propia familia. “Cada verano eran las mismas lamentaciones”.

De esa idea y esa necesidad fue madurando el propósito de una asociación, aunque ya había una de jubilados “El Acebo” promovida por el párroco y el alcalde y su mujer, Celestino, Miguel y Nemesia en la que no podían ingresar los más jóvenes. La nueva asociación La Alameda se fue forjando con los objetivos de revitalizar el patrimonio cultural sanabrés, las actividades lúdicas y deportivas y algo tan importante como “conservar objetos que usaban nuestros antepasados en su forma de vida”. Además de todo aquello que fomentara la convivencia de vecinos, residentes y visitantes.

Interior del horno de Sotillo con las paredes de piedra. | Araceli Saavedra

El acta fundacional es del 8 de abril de 1996 y la primera actividad fue realzar la fiesta de San Lorenzo, patrono de Sotillo. En los primeros años se trabajó conjuntamente con la asociación de jubilados. Desde entonces se han organizado cursos de turismo rural y un viaje a Navarra para conocer el potencial de este nuevo tipo de turismo; un curso de agricultura ecológica y reuniones con asociaciones de Desarrollo para tratar de fijar población. Se han desarrollo numerosos cursos de mermeladas, mimbre, restauración de muebles, pintura en sedas, hierbas medicinales, diferentes manualidades.

Una de las primeras actuaciones fue recuperar el edificio de las escuelas en lo que era el centro de jubilados, un lugar para que pudiera reunirse el pueblo, y abrir un pequeño bar atendido por turnos de dos personas de cada familia, ahora se mantiene como bar.

La asociación, en colaboración con el Parque Natural y el Ayuntamiento de Cobreros, promovió la dotación de un consultorio médico. Incluso durante tres años se habilitó un espacio privado para estacionamiento de vehículos, en el ascenso a la cascada de Sotillo por los problemas de estacionamiento y convivencia.