El "mar" de Ricobayo se transforma en un desierto
La drástica bajada de la cota del embalse aflora infraestructuras, puentes, cortinas y pueblos antes sumergidos bajo las aguas
Y el mar se tornó en desierto. El meteórico “vaciado” del embalse del Esla, también llamado de Ricobayo, para generar energía ha transformado el territorio de forma radical.
Más allá del indisimulado malestar que ha causado la decisión de Iberdrola entre la ciudadanía, negocios de la zona, alcaldes, instituciones y partidos políticos, con denuncias de por medio, la bajada del nivel deja un escenario que recuerda más a los lejanos desiertos, despertando añoranzas y tristezas allá donde las aguas cercenaron el futuro de los pueblos, condenados por su ubicación geográfica.
La drástica bajada de la cota ha aflorado puentes, cortinas, lindes y pueblos como el antiguo San Pedro de la Nave, que empieza a asomar a la vera del Esla a medida que se va reduciendo el nivel de las aguas.
Un paisaje propio de años excesivamente secos y cambiante debido a la descomunal obra hidroeléctrica, ejemplificada con la presa de Ricobayo, realizada por Saltos del Duero y que asombró al mundo por sus dimensiones.
El desembalse permite de nuevo divisar los antiguos puentes de Manzanal del Barco y Perilla de Castro o los restos del vagón de ferrocarril que descarriló a su paso por el viaducto de Martín Gil una noche de octubre de 1964.
Los escenarios ya atraen la atención de curiosos y habitantes de la zona, muchos oriundos de pueblos oblgados a sacrificar su existencia en pos de la modernidad.