Las cigüeñas sienten predilección por la singular iglesia de San Martín de Tours de Molacillos, el único referente de arquitectura barroca levantina no solo de la provincia sino en Castilla y León. Así lo demuestra que hayan decidido reconstruir sus nidos en este templo después de que cerca de una veintena fueran retirados el pasado mes de diciembre.

El Ayuntamiento tomó esta medida para frenar los graves desperfectos y goteras ocasionados por los voluminosos entramados de ramas empleados para instalar sus moradas, que pueden llegar a alcanzar una tonelada de peso. Unos trabajos que tuvieron un coste de 11.000 euros e hizo necesaria la intervención de una empresa especializada que, mediante el uso de una grúa, pudo alcanzar y limpiar cada nido, previa autorización pertinente por parte de la Junta de Castilla y León.

Además del deterioro del templo, declarado Monumento Nacional en 1983, los nidos también suponían un riesgo para los propios vecinos “ya que los instalan junto a los bolinches que hay en la cubierta de la iglesia con el peligro de que se acaben desprendiendo, como ya nos ha pasado”, señala el alcalde, José Carlos Reguilón. En todo caso remarca que la retirada de nidos se ha realizado en las fechas indicadas para causar un menor trastorno para las aves, que en invierno emigran a zonas más cálidas. Sobre el empecinamiento de las aves al volver a montar sus nidos en el templo ante la llegada de la primavera, el regidor municipal bromea que “deben ser muy católicas”.

Cigueñas en la torre de la iglesia de Molacillos

Los desperfectos causados por las aves en la cubierta, tanto por los enormes nidos como por la acumulación de excrementos, se suma al deterioro general que sufre esta iglesia, repleta de humedades y con un valioso patrimonio artístico en su interior muy degradado por la falta de mantenimiento del edificio. Reguilón puntualiza que la titularidad es del Obispado, “que es el que tiene que solicitar a Patrimonio fondos para arreglar la iglesia”.

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Un retejado completo de la cubierta se perfila como una de las actuaciones prioritarias para evitar las numerosas filtraciones, que se han hecho más evidentes durante las últimas e intensas lluvias. La parroquia costeó hace varios años un arreglo parcial de los tejados de las cúpulas laterales, donde se concentraba un mayor número de goteras, pero las reparaciones puntuales no han frenado el notable mal estado de la iglesia, que requiere una reforma integral.

El templo comenzó a construirse en 1748 y finalizó diez años más tarde de la mano de un descendiente del pueblo, Andrés Mayoral, quien exportó a la provincia este singular estilo arquitectónico desde Valencia, donde llegó a ser arzobispo. Los planos se encargaron al maestro Cristóbal Herrero y fueron continuados por Francisco Castellote. La obra supuso un desembolso total de dos millones de reales, una fortuna para la época.