La parroquia de San Jorge de Gallegos del Campo, a cargo del histórico cura Marcelino Gutiérrez Pascual, ha restaurado el Cristo del Perdón, una talla en madera de nogal que representa al Crucificado y se sitúa en el retablo del siglo XVII, con un ático añadido en el XVIII, al que equivalentemente no pertenece por desfase cronológico.

Las tareas de restauración las ha llevado a cabo la prestigiosa restauradora Ana Sánchez Calzada, nacida en la provincia de León y ahora residente en Galicia. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca donde hizo la especialidad de pintura. Posteriormente cursó la de Restauración en la Facultad de Bellas Artes de Granada. En su haber cuenta con numerosas e importantes restauraciones sobre piedra y en retablos y tallas de madera policromada, en material etnográfico, pinturas de caballete y muebles, en lugares como Galicia, Castilla y León, La Rioja y País Vasco. Años atrás restauró también el retablo de la iglesia de Santiago de Figueruela de Abajo.

El Cristo del Perdón es una pieza singular, tanto la talla de madera como la policromía que la recubre: encarnadura. El nogal es una madera que se empleó con mucha frecuencia para las esculturas de los crucificados entre los imagineros de los siglos XIII y XIV, mientras en otros lugares usaban álamo y tilo. Muchos imagineros buscaron en Aliste la preciada madera de nogales alistanas y también de cerezos, –antaño abundaban–, para realizar sus mejores obras. La cruz del Cristo del Perdón está realizada en madera de pino rojo.

La imagen, con unas medidas de 220 por 160 centímetros, aparece datado en el siglo XIV en el inventario de la Diócesis de Zamora: “Pieza semimaciza con preparación magra blanca sobre la que se aplicó una policromía de base oleosa cubierta por polvo, suciedad de naturaleza grasa y una repolicromía”.

Está policromada con pintura al óleo, que es la técnica pictórica realizada con colores o pigmentos molidos dispersos en un aceite secante, generalmente de linaza, nueces o adormideras, aplicado sobre una base de estuco, a veces coloreada con pigmentos color tierra, que constituye la capa de preparación. En las juntas de unión se empleó tela de lienzo para cubrir las uniones de la madera, siendo estucada y policromada posteriormente. También se empleó tela de lienzo para igualar la superficie del manto de pureza, realizado con trozos de madera y estucos.

Una de las principales causas de deterioro fue el ataque de insectos xilófagos, un mal puntual en el estado de conservación de la obra y causa que dio lugar a muchas otras alteraciones: se observaron signos externos de actividad determinados por presencia de serrín y polvo en superficie. Fue necesario efectuar un tratamiento de curación y prevención para salvar la pieza y evitar contagios al resto de obras de la iglesia. En algún caso, la madera apenas tenía estructura y se había convertido en muerta, de aspecto acorchado y pulverulento.

Carcoma pequeña y escarabajo de poste se habían cebado con el crucificado

Había dos tipos de xilófagos coleópteros, uno carcoma pequeña (Anobium punctatum) de 2,5 a 4,5 milímetros de longitud, de cuerpo cilíndrico de color marrón y cabeza oculta bajo corselete. Los adultos salen de la madera entre mayo y agosto a través de los pequeños y numerosos orificios cilíndricos u ovales. Las hembras una vez apareadas ponen sus huevos en las fisuras de la madera y sus larvas de 4 a 6 milímetros de longitud practican galerías en dirección a la fibra.

Asimismo, se halló el escarabajo del poste (Lyctus brunneus) que forma orificios ovales de 1 a 6 milímetros distribuidos en menor cuantía que en los anóbidos, ya que para la reproducción no necesitan salir al exterior. El primer tratamiento fue desinfección con insecticidas aplicados cada siete días, para luego efectuar la limpieza química de la superficie pictórica con tensoactivos disueltos en agua destilada utilizando hisopos de algodón.

Una vez eliminada la suciedad de la superficie y estuvo al descubierto por completo la capa original se estucaron con estuco sintético las zonas en las que había perdido la policromía para después reintegrar únicamente la superficie de estuco. Las reintegraciones cromáticas se realizaron con pintura de gouache que emplean como medio disolvente el agua y medio aglutinante la goma arábiga. Finalmente se barnizó toda la superficie para proteger la policromía del polvo, suciedad y agentes externos que la deterioraban.

Para la la reintegración cromática se empleó la técnica de “rigatino” consistente en hacer rayas verticales muy finas sobre la superficie nueva, para que se distingan las partes restauradas de la zona original: “El objetivo de esta técnica de reintegración es que de lejos no se aprecien las lineas y esté todo integrado visualmente, pero al acercarnos sí se observen con facilidad, para así poder distinguir lo restaurado de lo que es original”. Finalmente se barnizó toda la superficie para protegerla del polvo, suciedad y agentes externos que la deterioran, con un barniz final semimate aplicado en caliente con cera como componente principal en su composición”.

Un detalle del retablo del Cristo del Perdón antes y después de la restauración. Chany Sebastián

Ana Sánchez Calzada restauró también el retablo del Cristo del Perdón situado en la capilla lateral derecha del templo, que fue construido en 190 utilizando materiales de la antigua ermita sita en el Monte de San Jorge. Tallado en su totalidad en madera, está incompleto, pues le falta la hornacina central y el ático está dispuesto de manera gravitatoria sobre el resto del conjunto. A lo largo de los años ha sido sometido a diferentes modificaciones estructurales, cambios de temperatura y condiciones ambientales además de transportes. Consta de banco o predela, cuerpo central y ático, estructurados en una única calle vertical, fabricado en madera de pino rojo tallada, cubierta con dorados y policromía.

El proceso de restauración comenzó con la limpieza mecánica de cera, excrementos de insectos y murciélagos con bisturí: “Aunque el agua hubiera eliminado todos estos restos, es un método muy agresivo para el oro y por tanto no se debía de emplear”. Una vez limpia la policromía y el oro se procedió al estucado de las lagunas con estuco sintético. Para reintegrar el bol se empleo gouache, para el oro micra oro claro, aglutinada con coma arábiga disuelta en agua. En las columnas se optó por dejar el material soporte de madera a la vista alternando con la capa de policromía reciente: “La finalidad al optar por este criterio es dejar constancia de la forma original estriada en los fustes”, explica la restauradora.