Alcañices recupera el entorno de la casa del cura, integrado en el conjunto BIC

La villa de Alcañices ha actuado a lo largo de los últimos cuatro meses en la recuperación integral de parte del recinto urbano anexo de la antigua “casa parroquial” situada frente a la histórica iglesia de Nuestra Señora la Virgen de la Asunción y el antiguo palacio de los marqueses de Alcañices, donado por estos en los años noventa del siglo XX para su reconversión como Residencia de la Tercera Edad “Virgen de la Salud”, gestionada por Cáritas.

En solar privado originariamente no formaba parte de la casa parroquial, sino que era una pequeña vivienda que fue adquirida a una familia por el Obispado. Constaba de dos pequeñas habitaciones, un horno, la leñera y cocina así como “cortejas” para criar cerdos. Algunas de sus paredes se asientan sobre la antigua muralla de la villa.

Durante muchos años el edificio en ruinas mostró un deplorable aspecto y estado de conservación junto a los dos antiguos edificios dentro del recinto amurallado alcañizano, declarado en 2008 como Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León. Por este motivos el proyecto ha tenido que ajustarse a unas normas de protección del entorno arquitectónico.

Los trabajos realizados por el Obispado de Zamora se han centrado en consolidar la pared que da hacia el “Trincherón”, habiéndose reconstruido y consolidado el resto de paredes y la bodega, dotando de cubierta al edificio. Para ello se ha utilizado la piedra que había pervivido de la construcción original.

El cura de Alcañices y arcipreste Fernando Lorenzo Martín asevera que “ya se está trabajando en buscar financiación para una posible segunda y última fase con la que quedaría finalizado el proyecto de lo que será la ampliación del actual centro parroquial Virgen de la Salud de Alcañices. Ha pasado de ser algo en ruinas y peligroso a un edificio importante en el centro histórico de Alcañices”.

Fortificada en siglo XIII, todo el núcleo urbano de la villa de Alcañices fue, según la resolución de la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León del 4 de septiembre de 2006: “Protegido por un recinto amurallado jalonado por cubos de planta semicircular”, de los que cuales solamente se conservan cuatro: Torre del Reloj, “La Villa”, El Trincherón y la “Tía Cañona” .

La fabrica de la muralla alcañizana era de mampostería de piedra del lugar o canteras cercanas, unidas con mortero de cal, reservándose la sillería para la configuración de los vanos. Estos se limitan a los accesos interiores adintelados y a los elementos de tiro consistentes en saeteras (tipo ojo de llave) situados junto a la intersección del lienzo y cubo para la defensa de las zonas mas vulnerables. Todas ellas estaban realizadas en sillares escuadrados de forma irregular, quedando individualizada la zona para armas de tiro (parte superior abocinada) de la destinada a armas de fuego (de sección circular). Según los expertos en patrimonio, “ del coronamiento defensivo, cuerpo y almenas y merlones, no se conserva nada”.

La declaración de Bien de Interés Cultural en la categoría de conjunto histórico incluye precisamente como inmuebles de interés singular a la iglesia de la Virgen de la Asunción y al Palacio de los Marqueses, frente a cuya entrada principal se ubicaba el edificio en ruina durante décadas y ahora reconstruido.

La importancia de Alcañices a nivel eclesiástico lo refrendaba la visita de Manuel Cid y Monroy en 1791, cuando las Vicarías de Aliste y Alba dependían directamente de la Archidiócesis de Santiago de Compostela. En esa fecha el beneficio curado lo obtenía Pedro Nolasco Sorzano, presbítero natural de Torrecilla de los Cameros (Obispado de Calahorra), ayudándole en el ministerio el teniente alcañizano Felipe Gago. Además residían allí Manuel Domínguez (Rabanales), Pedro Fernández (Alcañices) y Francisco Tobal (Mellanes), –todos podían celebrar y confesar– y durante las temporadas de vacaciones, verano, Semana Santa y la Navidad el estudiante de teología Isidoro Barrio.

En estos momentos, dentro de la Unidad de Acción Pastoral Alcañices-Nuez”, que también lleva Lorenzo Martín, se está trabajando en la restauración de la sacristía de la iglesia de San Pelayo Mártir de Trabazos, templo en el que hace varios años se desarrolló una restauración integral con ayuda de la Junta de Castilla y León en colaboración con el Ayuntamiento. Según expresa el párroco, “la obra era urgente, especialmente debido al estado de deterioro que presentaba el suelo, por el que prácticamente ya no se podía caminar”. Al parecer se llevaba ya tiempo detrás de esta obra pero “la actual pandemia ha hecho que su inicio se haya retrasado bastante más de lo esperado”, comenta el sacerdote.

VECINOS DE SARRACÍN PIDEN QUE COMIENCE LA REFORMA DE SU IGLESIA

Autoridades y vecinos de Sarracín de Aliste aseveran que ya hay comprometidos 120.000 euros para el arreglo de la iglesia de San Miguel. El Ayuntamiento de Riofrío, presidido por Germán Matellán Fernández, natural de Sarracín, tomó cartas en el asunto y tras varias gestiones con la Diputación de Zamora y la Diócesis se llegó a un acuerdo en septiembre de 2019 para afrontar su restauración conjuntamente: la institución provincial aportaría 60.000 euros y otro tanto el Obispado de Zamora. Todo parecía solucionado pero la realidad es que 12 meses después el problema sigue sin resolverse y, las obras sin comenzar, y el invierno se mete encima. La previsión de la Diputación era el desarrollo del convenio y su ejecución dentro de este ejercicio de 2020, del que sólo quedan ya tres meses.

La restauración integral del templo va a afectar tanto a los muros estructurales, que habrán de ser reforzados, como a la cubierta, que es la que más peligro corre de venirse abajo: “si no estuviera apuntalada ya se habría venido abajo”, aseguran los feligreses. El malestar entre los vecinos de Sarracín es aún mayor al entender que la parroquia y el pueblo han sido de los más colaboradores, desde siempre, cuando ha hecho falta con el Obispado de Zamora.

Sarracín nunca contó con una Plaza Mayor amplia. Se daba la casualidad que el único solar céntrico, que podría favorecer la habilitación de un ágora, era la llamada “huerta del cura”, como su nombre indica el lugar donde los curas y sus criadas sembraban hortalizas. Los últimos curas de Sarracín Manuel Iglesias Martín, Héctor Galán Calvo y Fernando Lorenzo Martín ya nunca la sembraron.

Fue entonces cuando autoridades y vecinos vieron la oportunidad de ubicar allí la Plaza Mayor y pidieron una donación gratuita a la Diócesis, siendo obispo Gregorio Martínez Sacristán, pero la respuesta fue que en todo caso mediante compra, el pueblo tendría que pagar el solar. Y lo pagaron, concretamente 53.000 euros, prácticamente todo lo que tenía ahorrado la localidad de los aprovechamientos de las cortas de pinos en sus montes de la sierra de la Culebra. Ya durante las gestiones los vecinos propusieron que el Obispado destinara el dinero de la venta a la iglesia de Sarracín o a su casa parroquial, pero no lo consiguieron.