Castromil y Castrelos inician unas jornadas de concienciacion medioambiental
Vecinos de los pueblos del municipio de Hermisende participan en unas jornadas de limpieza y de concienciación ambiental

Un grupo de jóvenes, en tareas de limpieza. | A. S. / ARACELI SAAVEDRA
Un nutrido grupo de voluntarios residentes y veraneantes en los pueblos del municipio de Hermisende han protagonizado las primeras jornadas de concienciación medioambiental, que se saldó con la recogida de kilos y más kilos de basura.
El Ayuntamiento de Hermisende promotor de estas jornadas quiere “concienciar sobre todo a los más jóvenes” con esta actividad que comenzó en Castromil para proseguir por las localidades de San Ciprián, Hermisende, La Tejera y Castrelos.
Con un máximo de 20 voluntarios en cada uno de los pueblos, y repartidos en grupos reducidos, se desarrolló esta labor de limpieza de caminos y carreteras, entre los pasados días 8 y 9 de agosto. El municipio puede de este modo presumir de caminos limpios para pasear y carreteras para circular y pedalear.
Los voluntarios de Castromil abrieron esta actividad, con una veintena de participantes, el máximo establecido para cumplir las normas anticovid, aunque luego se hicieron grupos más pequeños, de dos y tres personas, repartidos en otros tantos recorridos, unos al lado de carreteras y otros por los caminos.
Entre los caminos elegidos “el del Contrabando” de uso agrícola, de tres kilómetros, llega hasta la triple frontera, donde confluían los reinos de Galicia, Castilla y Portugal.
Es un trayecto frecuente de paseo como las otras rutas de Val de Cabrita o la carretera de circunvalación. María José Rodríguez, María Nieto y Carlota Nieto forman uno de los grupos al que se les asigna el trayecto a la frontera. Van equipadas con guantes y mascarillas, un chaleco reflectante y una mochila con el almuerzo. Ruco y Eros, los dos perros que acompañan a las tres voluntarias, corren detrás de una corza.
Habituadas a este camino van a buen paso y recogiendo la basura, aunque como pasean habitualmente por la zona suelan recoger lo que encuentran. Lo más desagradable para una de ellas es encontrar los restos de los ceniceros que se vacían en el cualquier lugar, y reconocen que la gente está poco concienciada.
Plásticos, cuerdas y latas es lo que más se recoge en este trayecto, aunque no faltas otros desperdicios. Algunos de los plásticos se usan para labores agrícolas que con el tiempo acaban casi enterrados. Cristales y hasta algún cartucho aparecen en superficie.
Las carreteras son otro foco de residuos y no solo de automovilistas. Los ciclistas ya tienen mala fama porque sus residuos se distinguen claramente: bidones de bicicleta, envoltorios de barras energéticas y los botes de bebidas energéticas y geles. Dos jóvenes que limpian la carretera de Castromil han llenado varias bolsas que quedan visibles en la cuneta para su retirada con un vehículo. Entre la basura encontrada asoma una carcasa de plástico que no se sabe si es de un ordenador o una máquina.
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