Tras 70 días ingresado en el Hospital Santa Ana de Motril, Ramiro Junquera Ferrero, de Otero de Bodas, ha recibido el alta hospitalaria tras superar el coronavirus. La noticia y las imágenes de la despedida de todo el equipo sanitario que le ha atendido han corrido por los móviles de Otero de Bodas, más que una buena noticia.

Este caraballés se ha ganado el cariño de todos los trabajadores por su buen ánimo, incluso en los peores momentos, que los hubo. No faltaron a ese pasillo homenaje ni médicos, ni enfermeras, ni celadores, ni auxiliares, ni limpiadoras, ni el personal de cocina. Ramiro está sumamente agradecido a todos ellos por el cuidado y los desvelos. A estas alturas del año este hijo de Otero de Bodas que pasa largas temporadas en el pueblo tendría un huerto para admiración del vecindario.

Su esposa, Araceli Rodríguez Cano, trasmite una inmensa felicidad porque "ha sido una montaña rusa" y cada vez que hablaba con el médico "me tenía que sentar porque las piernas me temblaban". A sus hijos los iba preparando "para lo peor". El agradecimiento a todo el personal del hospital es de corazón, como a familiares, amigos y a los sacerdotes de Otero y Villardeciervos, y hasta al padre Conrado que ejerció en la parroquia, que han intercedido por su recuperación. Es una familia profundamente creyente.

A finales del mes de enero, Ramiro y Araceli viajaron desde Pontevedra donde viven hasta Motril para cuidar a la madre de Araceli, que padece alzheimer. Una labor en la que se alternan a meses Araceli y su hermana. Y fue allí donde Ramiro enfermó. Cree que fue un día que entró en un bar a ver un partido de fútbol. Aunque le gusta salir de vinos por Motril este año quería mantener el peso y eludió salir de vinos para no degustar el tapeo, que bien le gusta.

Araceli tuvo dos días fiebre y creyó que también estaba enferma, que lo pudo coger en misa y trasmitírselo a su marido, pero a los dos días se cortó la fiebre y no tuvo otros síntomas. Se contagió de COVID-19 prácticamente al principio de la pandemia, hasta el punto que inicialmente le diagnosticaron una fuerte neumonía y lo mandaron a casa. A los dos días su estado se agravó y fue ingresado nuevamente y donde ya se le hicieron las pruebas que dieron positivo. Su estado se complicó por una bacteria.

El único contacto que había era telefónico y a través del médico. "Hubo un día que me derrumbé" señala Araceli pero "fue Ramiro el que me dio ánimos y me dijo que sí él estaba mejor no era yo la que ahora se iba a desanimar". Ese carácter positivo y su fuerza de ánimo es que el que se ha ganado a todos los trabajadores del hospital de Motril, incluso a los que no le han atendido. Eso, y los 70 días que ha vivido en el área de Medicina Interna para superar la enfermedad. Cuando se fue encontrando mejor a través del móvil pudo seguir las misas que los padres Santiago Fernández y Vladimir Hryhoriet ofrecían por su recuperación. Un momento "muy especial" para todos ellos.

En las primeras 24 horas en casa la recuperación se ha acelerado, arropado por su mujer, aunque reconoce que todavía se fatiga cuando hace esfuerzos. Las secuelas son importantes y dentro de un mes se someterá a nuevas revisiones, lo que retrasará su vuelta a Otero de Bodas y a Pontevedra.