La caza fotográfica tiene en el salmantino Roberto García Sanz un exponente de primer orden porque solo con un amor sobresaliente por la naturaleza, empleándose a fondo y trabajando en plena armonía con los animales salvajes es posible inmortalizar con una cámara, y en toda su belleza, a seres tan extraordinarios.

La Casa del Parque "Convento de San Francisco", de Fermoselle, ofrece una muestra de una treintena de fotos que sorprenden por su calidad y por la trasmisión de vida que muestran los animales, algunos tan sigilosos como esquivos.

Ingeniero eléctrico, García Sanz comenzó temprano a tener contacto con las cámaras porque "fue un regalo de la primera comunión". Pero su vocación guarda plena relación con su aprecio al mundo rural en todas sus expresiones. "Me gustaba mucho la naturaleza y me hice pescador de trucha con cucharilla para andar por los ríos de montaña" expresa. Luego se hizo con el equipo fotográfico de un ingeniero japonés, que vino para formar al personal de la empresa, y comenzó así a dar rienda suelta a una pasión que requiere algo más que tiempo infinito.

Afirma que inicio su andadura en este arte "haciendo fotografía de costumbres y tradiciones, tanto de Salamanca de Zamora", para luego dedicarse a inmortalizar a la fauna que ahora le ocupa "al 100%". Ya jubilado, subraya que ha dejado de trabajar por cuenta ajena para dedicarse al trabajo propio porque, aunque realiza su vocación sin ánimo de lucro, la obtención de unas fotos tan especiales a unos animales tan escurridizos exige una dedicación sin horarios."El fotógrafo de naturaleza es un cazador, y utilizamos prácticamente las mismas técnicas de acercamiento, escondites, observación y disparamos con la cámara" comenta García Sanz.

"La foto buena es pensada y estudiada. Suelo andar mucho por el monte y campo analizando el rastro de los animales, que dejan sus huellas por los senderos". Roberto García se sirve de la cámara de videotrampeo "para ver qué bichos pasan por el sendero, cuándo, qué les gusta comer". Su siguiente paso, una vez conocido el entorno por donde se mueven, "es buscar un escenario bonito" y colocar un cebo apetecible. Una vez comprobado el modo operandi del animal "sustituyo la cámara de videotrampeo por la réflex" y es cuando cumple su verdadera misión como fotógrafo de la naturaleza.

De este modo tan planificado ha logrado capturar meloncillos, alimoches, buitres, águilas, abejarucos, zorros, alimoches, cigüeñas negras, lagartos, martines pescadores, abubillas y murciélagos. Últimamente una especie raramente vista, una gineta melánica.

En Las Batuecas es conocida su afición "y hay personas que me informan" de la presencia de animales."El que más me ha costado ha sido el tejón. Es un oficinista de la naturaleza de noche. Es un animal que es superdesconfiado. Me costó prácticamente un año entero porque los tejones si oyen las pisadas humanas, se pasaban una semana in salir. Es desconfiado y poco a poco relaciona mi olor y mi sonido porque yo les hablo y lo identificaban con la comida".

Resalta que para lograr una buena fotografía también es necesaria la suerte. "Es fundamental. Una buena foto es un 40 por ciento conocimiento y un 60 por ciento de fortuna. Tienes que aprender la vida del bicho o del ave, saber sus costumbres, planificarlo la todo y tener suerte porque puede salir de espaldas y darse muchos problemas" manifiesta. Es un profesional que destaca la biodiversidad y la avifauna de Las Batuecas por el hecho de estar entre dos mesetas.

Es un hombre optimista y riguroso. "Todos los animales con paciencia se consiguen. Unos y otros nos diferenciamos en los fotogramas por la paciencia. Hoy vivimos en época de prisas y queremos resultados inmediatos, y algunos lo único que hacen es molestar. Yo, en principio, fui naturalista, y luego me metí con la cámara, y hay que aproximarse con respeto y la paciencia favorece" expresa. Un animal se le ha resistido en libertad: el lobo. Lo ha conseguido en semilibertad.

Después de 35 años observando la naturaleza está convencido de que el cambio climático es una realidad. "Se nota sobre todo en el tipo de especies" afirma. En el bosque se daba muy bien el picopicapinos y ahora cuesta encontrarlo, en cambio especies como el rabilargo, que era muy difícil de ver, ahora es muy fácil. Las especies termófilas de zonas cálidas se van desplazando hacia el norte. Creo que el desierto nos va invadiendo".

Para realizar su labor Roberto García hoy cuenta "con todos los permisos oficiales". Según apunta, "para planificar un trabajo continuado sobre fauna silvestre hay que pedir permiso, solicitarlo para una especie determinada y una época determinada. Tengo la fortuna de tener permiso para todas las especies y en cualquier época del año". El gran trabajo que realiza le convierte en un "colaborador" de la Junta de Castilla y León.

Expresa "no ser enemigo de la caza", pero es crítico y le entristece las prácticas que suponen "un saqueo al buscar un beneficio inmediato". Es por ello que recomienda "a todos que se acerque a la naturaleza, porque da vida".

Su criterio es mantener "un contacto cuidadoso y nunca poner en peligro a las especies por conseguir una foto". Precisa que "hago fotografía siempre con los pollos emplumados, y cuando noto que tarda más de una ahora a entrar a cebar, recojo y me marcho, por la noche para no molestar. Lo principal es el mantenimiento". Tampoco es un amante de los anillamientos. "Desde el punto de vista naturalista no lo veo bien. En el nombre de la ciencia se cometen muchas barbaridades y, a veces, se hace daño He visto como han anillado aves y algunas aves morían ahorcadas o asfixiadas Se hizo un anillado de cigüeña negra con los pollos, y no las he vuelto a ver en ese nido".

"No pretendo lucro y quiero compartir mi trabajo. Para mí el logro es social. Que la obra se vea". De su dedicación a la caza fotográfica hablan que solo las diapositivas se cifren en unas 25.000 y esta contento de llevar un archivo ordenado .

Los premios recibidos reconocen su esfuerzo y profesionalidad. "Soy de los pocos fotógrafos de la naturaleza que conservo a la mujer". Es una frase explicativa de la exigencia de la fauna salvaje.