Vivir en una ciudad y necesitar madera o leña como recurso básico de múltiples utilidades o como combustible obliga a los interesados a mirar hacia los pueblos que cuentan con masas forestales y arbolado capaces de proporcionar estos bienes. Es lo que hizo el benaventano José Ignacio Regueras, que, en su caso, únicamente buscaba "unos tacos de jimbro" y los halló en Fariza, en un árbol desgajado por el temporal. Eligió esta especie por su dureza y el olor que desprende, y para hacerse con el escaso material solicitó los permisos pertinentes y contó con la ayuda de la Guardería Medioambiental.

Regueras considera que el medio forestal puede ser "una posibilidad económica para el medio rural", si se abre este recurso a personas de las urbes que, de este modo, colaboran a la reducción de la biomasa, con la consiguiente limpieza forestal y mengua para los posibles incendios forestales, y, además, darán vida a los pueblos con su presencia "porque dejarán dinero" en la zona.

A la vista de su experiencia, Reguera considera una potencialidad "que los Ayuntamientos y Juntas Vecinales oferten la posibilidad de que personas de origen urbano vayan a podar en invierno algún árbol o arbusto en Montes de Utilidad Pública (Montes de U.P.), en Montes Comunales o Montes Vecinales en Mano Común con el acompañamiento de guardas forestales, agentes medioambientales, celadores de Medio Ambiente, capataces forestales, fuías de Naturaleza, o personal funcionario de los Ayuntamientos que les indiquen a los "podadores" que ramas se pueden cortar y cuales no". Señala que "se tendría que regular desde la Junta de Castilla y León, conjuntamente con los Ayuntamientos y Juntas Vecinales respectivos/as" y que "se podría cobrar una tasa, o no". Pone de manifiesto que "los trozos de madera y leñas se los llevarían los "podadores urbanos", reduciendo la biomasa combustible del monte y por tanto rebajando el riesgo de incendio forestal". Añade que "todos los restos vegetales de la poda tendrían que ser evacuados por los podadores".

En su criterio, "no parece que esta actividad entre en competencia con la actividad profesional del aprovechamiento de leñas, ya que serían cantidades pequeñas y necesariamente reguladas por las administraciones". Para Regueras "se potenciaría la actividad económica de los pueblos en la temporada baja, al ser visitados por "podadores urbanos" y sus familias, que consumirían en los bares y restaurantes de la zona, en hoteles, hostales y casas rurales, en la industria local (quesos, miel, vinos, artesanía, etc.)". Dice que "se podría actuar sobre diferentes especies forestales (encina, robles, chopos, álamos, aliso, pinos, enebro, sabina, etc.) ylos podadores urbanos llevarían el material necesario (sierras de arco, motosierra pequeña, etc.)". Además, "la responsabilidad de cualquier accidente sería para los "podadores", como al cazador que se le exige su seguro de responsabilidad civil por el empleo de armas". "En vez de recoger setas, se recogerían trozos de madera y leñas que saldrían del monte de forma ordenada".