Una colcha de abuela. Las dos toallas, amarilla y berrenda, de la tienda de siempre de Zamora. Las zapatillas blancas. Y a la cabeza el pañuelo y la vieja careta negra con orejas de liebre. La que solo unos pocos tuvieron la suerte de vestir.

Como relata Mariano Monsalve, para los que nacimos y nos criamos en el pueblo de Montamarta hay un momento mágico grabado en nuestra memoria desde la niñez: el sonar de los cencerros del Zangarrón con las primeras luces del alba.

Se acerca el 1 de enero, volvemos a juntarnos a la lumbre y vamos abriendo boca con vídeos y foto de años anteriores: José Ramón explicando el proceso de elaboración de la vestimenta, el quinto afortunado explicando a cámara con ojos brillantes en qué consiste eso del Zangarrón...

Pero este año será una miaja más especial en las Corrupias. En la memoria los nuestros: abuelo Pelayo, tío "Chato", tía Brigi, el primo Manolo. Y los demás a tu lado, rezumando orgullo: el de ver cumplido un sueño, continuando una tradición que perpetúa nuestra identidad colectiva.

Ya suenan los cencerros...