Un mandil, una bayeta, unos guantes, el jabón casero, la azada de cavar el huerto, las tenazas de podar árboles y viñas, el cepillo, la sartén, la cuchara de barro que tantos guisos ha volteado... Todo un símbolo del trabajo de la mujer rural, en el hogar y en el campo, representado en la ventana de una casa de Monumenta de Sayago.

Prudencia Garrote, una de las diez mujeres, que viven en el pueblo ha conmemorado a su manera el Día de la Mujer Trabajadora, con los aperos y cacharros que han acompañado la vida de tantas batalladoras como ella, que a los 9 años empezó a buscarse la vida cuidando las ovejas. "Me echaron al monte siendo una niña y yo no hacía más que llorar" evoca Pruden a sus 70 años, ya jubilada de su trabajo de asistente social y varias cosas más.

Pruden es un ejemplo de mujer trabajadora y luchadora. Hoy no estará en las manifestaciones feministas, no por ganas. Anda un poco dolorida y le quedan lejos del pueblo las concentraciones. Pero sí ha querido poner su granito por la reivindicación de la dignidad de las mujeres, con un especial recuerdo a las suyas, a su madre Teodora y a su abuela María, mujeres sin días ni conmemoraciones, precursoras de una estirpe y orgullo para generaciones venideras.