La excepcional ermita -cementerio de Dornillas acogió ayer una de las celebraciones más ancestrales de la provincia, la festividad de santo Tirso mártir, protector de los huesos. Casi un centenar de personas se congregaron alrededor de este pequeño templo para sumarse al oficio religioso cooficiado por su párroco Vicente Miguélez y el sacerdote Alfonso Prieto. El templo, que conserva en su interior el cementerio, se quedaba pequeño para todos los feligreses que quisieron participar.

El padre Miguélez recordó la figura de santo Tirso, ayudado por una de las niñas que participó en la misa, que fue nombrando los objetos que representan la santidad y martirio, su corona, su espada y la palma. El ejemplo de este santo que "confesó su fe aunque lo mataran" serrándole sus extremidades, fue una invitación "a reflexionar sobre la llamada de Dios a la santidad".

El pueblo de Dornillas se llenó, literalmente, de vecinos y visitantes de otros pueblos de la zona para participar en la procesión alrededor del templo, con los cofrades y el mayordomo de este año, José Colino "Pepe" uno de los vecinos permanentes en el pueblo. Colino no faltó a esta fiesta tan querida pese a que está convaleciente de una operación de cataratas, de la que se recupera favorablemente. Ocupó, junto con los dos cabilderos, lugar destacado en la procesión. A su regreso la imagen fue agasajada con donativos, encendido de velas y besos a sus pies y su manto.

Las mujeres se engalanaron con los trajes regionales, en un amplio recorrido por las vestimentas representativas de las comarcas. Los gaiteros Colino, de Santa Eulalia del Río Negro, amenizaron el baile que dio vuelo a las sayas y rodaos.

El alcalde pedáneo, Ismael Colino, destacaba la antigüedad de esta fiesta y su cofradía, fundada en el hacia el siglo XVII en la ermita restaurada en los últimos siete años, desde el tejado, hasta la luz eléctrica, que estaba a 125 watios.

El representante de los vecinos señalaba como necesidades la mejora del asfaltado de algunas calles que, pese a estar cimentadas, se van levantando. Pero sin duda, la obra que más anhelan vecinos y veraneantes es la restauración de la iglesia románica. El camino de acceso a los templos es Camino de Santiago, que tenía continuidad hasta Lanseros, donde estaba asentado un priorato. "Todos estos terrenos pertenecían al Monasterio de San Martín de Castañeda" indicaba Ismael Colino.

Más de un centenar de personas pertenecen a la Cofradía que preside, con el cargo de Juez, Gaspar Colino desde hace tres años. Si algo destaca en la devoción al patrón de los huesos, son los numerosos exvotos ofrecidos por sus feligreses que se conservan en lugar visible en el templo, como recuerdo de su auxilio. Pies, brazos, manos, piernas, hasta cabezas de cera están a la vista en la ermita, y las que están más deterioradas se guardan en un cajón. Hace años que no hay ofrendas de este tipo "pero todas son bienvenidas" señalaba Gaspar Colino quien señalaba que la persona que hacía la ofrenda se encargaba de comprar la figura. El legado más antiguo que se conserva es un libro de la cofradía, que data de los años veinte del siglo pasado

La cofradía agasajó a los invitados con un aperitivo de empanadas y aperitivos en la explanada junto al templo para despedir una mañana casi de romería.