El juez de paz de Losacio en 1936, Domingo Calvo Vara, fue el encargado de dar cuenta al comandante de la Guardia Civil del puesto de Carbajales de Alba, pues el cura Manuel Matellán Vara se encontraba desplazado temporalmente en la vecina San Martín de Tábara ayudando a su cura en las confesiones previas a la Semana Santa. El sacerdote de la Virgen del Puerto regresaba a Losacio el día 17 montado en su caballería y en el conocido como Camino de Olmillos se encontró con el vecino Antonio Crespo Lorenzo, que fue el encargado de darle tan trágica noticia. La cara le cambió de color y el cronista de la época aseveraba que "no se podía creer los hechos presa de la sorpresa, el malestar y la indignación".

Ni la Guardia Civil de Carbajales, ni el Juzgado de Primera Instancia de Alcañices fueron capaces de descubrir el paradero de la Virgen del Puerto ni detener a los autores del robo.

Llegó abril y ante la proximidad de la novena que se da comienzo el 25, día de san Marcos, el cura se vio obligado a decidir y comprar una imagen vestida en la librería Religiosa de Zamora: "Celebramos la función de mañana y tarde en la parroquia (de San Pedro), pero sin procesión, pues estaban prohibidas por el Gobierno de la República". Por las anormales circunstancias no hubo ofertorio ni ramo. Asistieron también muchos forasteros, y además de la cera ofrecida a la Virgen, salieron en la bandeja 19 pesetas de limosna.

La actual imagen de la Virgen del Puerto es obra de un escultor aficionado Ángel Fernández, maestro nacional que desempeñó su labor en Losacio de Alba a caballo entre la Segunda República y la Guerra Civil. Puso maña y cariño y así nació de un tronco de cerezo albarino, la talla que lleva procesionando desde el día 3 de mayo de 1938. En 1936 no había virgen y en 1937 la guerra estaba en pleno fragor.