Luis Miguel Pelayo, más conocido en el pueblo como "El Alejo", descendiente de alfareros, se ha convertido por méritos propios en la gran esperanza para hacer resurgir de sus cenizas y salvar la ancestral alfarería moleña. Él ha dedicado muchas horas de su vida a la búsqueda y a las mezclas hasta recuperar una tras otra la práctica totalidad de las piezas que antiguamente conformaron la alfarería popular de Muelas del Pan. Algo no exento de dificultades, ni fácil, pues sus imágenes se guardaban sólo en las memorias de los más ancianos, en las viejas estampas o fotografías en blanco y negro.

El inicio de las obras del "Salto de Esla" fue una de las causas principales causas del grave declive de la alfarería de Muelas de Pan. Sueldos altos, -un obrero ganaba más que un artesano-, llevaron incluso al mítico "Tío Rey", uno de los mejores alfareros de la historia moleña, a dejar su arte para firmar un contrato con la Sociedad Hispano Portuguesa de Transporte Eléctricos "Saltos del Duero" para trabajar como simple peón llevando el agua y el barro desde la fuente del pago de "El Ferradal" hasta las obras del Salto en en Esla.

Así fue como cayó en el olvido la elaboración de las ollas de diversas formas y tamaños, tinajas y pucheros, coladores y cazuelas, barrilas y botijas, cántaros y embudos, tapaderas y asadores de castañas y barreños. Elementos que han vuelto a la vida de manos de Luis Miguel Pelayo al que el Ayuntamiento firma un convenio anual para poder utilizar el Museo de Alfarería y Arqueología de "La Sillada" de Muelas del Pan donde investigar y trabajar con el barro autóctono y recuperar la cerámica pérdida, dandole vida y actividad como espacio vivo y activo donde estudiosos y aprendices encuentren un auténtico taller alfarero.