Zamora es una provincia, junto con Salamanca y León, de embalses y de grandes presas cuya "operatividad y seguridad" es tan esencial para las compañías que las explotan como para la sociedad misma, especialmente la que vive aguas abajo de depósitos que almacenan centenares o miles de hectómetros cúbicos de agua. A estas construcciones no se las quita el ojo de encima y son tratadas hoy día como pacientes de lujo para evitar que sufran el más mínimo accidente o lesión en sus cuerpos.

Roturas de presas como Gleno, Puentes, Vega de Tera y Tous marcaron con su tragedia y desgracia al sector eléctrico, y ahora las estructuras son sometidas a una permanente auscultación "automatizada y manual" para detectar cualquier síntoma que pueda comprometer su buen estado y, en consecuencia, sembrar la ruina o un irreversible desastre. Es por ello que sus titulares "extreman las medidas" y cuidados sirviéndose del manejo de péndulos, niveles, elongámetros, manómetros, dilatómetros, extensómetros y cientos de sensores que detectan o testifican la mínima alteración. Son todos ellos elementos dispuestos o tenidos a mano para comprobar movimientos, filtraciones, deformaciones, tensiones y, en definitiva, controlar al detalle un cuerpo que, aunque de hormigón, "reaccionan ante estímulos externos, cambia de temperatura, se mueve, cambia de aspecto y envejece" tal y como expresa el ingeniero de Iberdrola Eduardo Rojo. Y es que, por indicarlo médicamente, las presas también enferman y nadie quiere dejarlas morir por sus extraordinarias aportaciones, y mucho menos que mueran sembrando la muerte por causa de un caótico derrumbe.

La Almendra es un paradigma de celo supervisor porque destaca en el panorama de este país por su dimensión (la más alta de España) y el volumen de 2.650 hectómetros cúbicos de agua que atesora. Con un peso de unos 7,5 millones de toneladas, con ser una descomunal mole, esta presa admite un movimiento de oscilación "de 50 milímetros" en su parte superior según precisa la ingeniero Yolanda Pérez. "Parece mentira, pero así es. Es un movimiento que tan pronto como se va se recupera" remacha Rojo, mientras recorre una las cinco galerías horizontales diseñadas en los intramuros de esta imponente presa, casi colmada hasta los topes de agua en estos momentos. El ingeniero repara en que "cuando una presa da problemas suele darlos, en el 90% de los casos, en el primer llenado", y explica que "lo que le empuja a la presa y hace moverse no es la carga de agua sino los efectos térmicos sobre el hormigón, que se dilata y se contrae con los cambios de temperaturas". "La oscilación anual de invierno o verano es mucho mayor con el cambio de temperatura y el movimiento máximo de oscilación de la presa es fundamentalmente por el cambio térmico, no por el peso del agua". El comportamiento de una presa de estas dimensiones, afirma "es como el de un árbol, que se mueve más en la punta que en el cimiento".

Almendra es una de las presas "insignias" de la empresa presidida por el salmantino Ignacio Sánchez Galán. Cuenta con cinco galerías internas horizontales, más otras cuatro perimetrales, dos de las cuales discurren por la parte de las aguas retenidas, y las otras dos por el interior de la cara de aguas abajo. Estas galerías, "que suman 7,7 kilómetros", son los viales por los que camina el personal de la empresa o de mantenimiento, por donde saltan a la vista las posibles escorrentías en caso de fuga de agua, debidamente canalizadas, por donde marchan los cableados de corriente y conexión telemática y donde son instalados los sistemas de medición que permiten auscultar la salud de la presa. "Hay parámetros de movimiento automatizados y, por ello, no hace falta que venga a nadie a medirlos; pero luego existe una verificación manual realizada con personal propio, que mide los parámetros con aparatos no informatizados". De esta forma inspectora, "prácticamente todas las semanas hay gente en las presas", expresa Eduardo Rojo.

El ingeniero resalta que todos los días se comprueban los parámetros, y subraya que "Iberdrola da mucha importancia a la inspección visual, que es realizada con personal propio y no contratado porque al ser siempre los mismos enseguida se dan cuenta si hay humedades o fisuras. Es una diferencia con otras grandes empresas que dejan este trabajo a la externalización". Las inspecciones visuales son realizadas por dos equipos itinerantes dedicados exclusivamente a esa tarea y que periódicamente recorren las instalaciones. El segundo control es realizado por personal del centro de gestión de cada zona, enmarcado en el departamento de Explotación de Presas, que se dedica a la adquisición de mediciones automatizadas y al tratamiento y análisis de todos los datos de auscultación.

Los datos analizados nutren luego un informe "que se remite a la Administración".

Todo el personal que se adentra en estos silenciosos túneles "lleva consigo un pack formado por casco, botas y linterna" porque la humedad, la oscuridad y los tropezones, coscorrones u otros males mayores pueden darse casi por seguros "en caso de un fallo del alumbrado". No es fácil. En estas fechas Iberdrola está dotando además al interior de la presa de cobertura de telefonía móvil "por motivos de seguridad". No faltan en los túneles las pinturas luminiscentes para, en el caso de irse la luz, tener una referencia visual.

"Zamora está en una zona geográfica de baja sismicidad, pero cuando salta un seísmo inmediatamente entramos en el ordenador para comprobar que la presa sigue en su sitio y que las filtraciones mantienen su rango" dice Eduardo Rojo, quien recalca que, aunque son múltiples los parámetros a analizar, con las filtraciones y el movimiento como fundamentales, "en caso de registro de terremotos rápidamente se envía a las personas para que echen una ojeada".

La presa de Almendra registra unas filtraciones "del orden de quince litros por minuto". El agua emanada va canalizándose hasta el punto más bajo del muro, llamado "el punto de achique", donde es retirada mediante bombeo. Las presas disponen, asimismo, de los denominados drenes de cimiento -"unos trescientos" en Almendra, precisa Yolanda Pérez- que son incrustados en el terreno para sacar el agua del subsuelo, "cuya presión puede tirar de la presa hacia arriba, pues es una subpresión negativa que trata de evitarse con la impermeabilización". Los drenes sirven "para detectar si las pantallas de impermeabilización han fallado", y el goteo perceptible en alguno de estos tubos demuestra su función como testigos de que, el subsuelo, acumula el agua. "De no existir los drenes el agua empujaría la presa hacia arriba y puede desestabilizarla" comenta Rojo, y su compañera Pérez explica bolígrafo en mano sobre la hoja de un cuaderno. En diversos puntos de las galerías de la grandiosa Almendra son más que visibles igualmente "medidores de la presión del agua del cimiento" -el agua que permanece bajo la presa- que al decir de Eduardo Rojo "pueden ser admisibles o no".

Otras cavidades interiores de vital función son los llamados "pozos de inyección de juntas", que permiten soldar con cemento los bloques que dan cuerpo a las presa durante su levantamiento. Precisamente los elongámetros sirven para controlar el movimiento de estas juntas "y comprobar el movimiento de apertura o cierre de las mismas". Son aparatos que "cantarían si un bloque se levanta o se hunde".

No hay además gran presa sin péndulos. Otra pieza clave para indicar si las presas hidroeléctricas sufren movimientos preocupantes o se mantienen plenamente saludables. Es un hilo que recorre de arriba abajo el muro, por un agujero, y sirve para controlar mediante un palpador, "instalado en cada nivel de galería, los movimientos, tanto en la dirección del eje del río como en la perpendicular". Las automatizadas señales llegan a un armario de datos conectado a los ordenadores de los centros de control. Además, en los mismos puntos puede colocarse "un coordinómetro para proceder a una lectura manual" de estos parámetros. También el exterior de la presa está salpicado de blancas casetas de nivelación, que reflejan si la estructura mantiene intacta su posición topográfica.

Todo cuanto respira en las presas hidroeléctricas está controlado por el personal del departamento de Explotación de Presas. Pero hay operarios encargados de revisar la presa in situ que, según afirman, "tienen el culo prieto de tanto subir y bajar escaleras". Aunque hay ascensores, no olvidarán jamás "los últimos cuatro tramos de gran pendiente, de 48 peldaños cada uno y ninguno igual". Basta decir que desde la coronación al fondo hay unos 1.700 peldaños.

El ingeniero Eduardo Rojo considera "imposible" que se dé el rebosamiento en las presas zamoranas de Iberdrola "por contar con aliviaderos" capaces de trasegar cualquier avenida extraordinaria. Al respecto, señala que "las presas de hormigón pueden soportar el sobrevertido y no tendrían por qué romperse. Otra cosa son las presas de materiales sueltos, donde el rebosamiento puede ser peligroso". Almendra es considerada la culminación de una conquista hidroeléctrica y una obra maestra.