La Feria Internacional Hispanolusa de la Virgen de la Salud congregó a gentes de todas las edades, españoles y portugueses, en la Plaza Mayor y en la Avenida de Castilla y León, donde se posicionaron los vendedores ambulantes y donde se realizaron miles de transacciones de compra y venta. Los emigrantes ya han comenzado a llegar y, aún en tiempos de crisis, acompañados de sus padres y abuelos, aprovecharon el mercado para llevar algo al armario y la despensa.

Los tiempos cambian y con ellos también las necesidades. Antaño los agricultores y ganaderos, mayoría en esta tierra, aprovechaban «La Salud» para comprar los enseres propios de las jeras veraniegas de la cosecha: unos las hoces para la siega, tornaderas, bieldos y trillos de Cantalejo (Segovia) para la parva y limpia; los otros mochilas para el pastor y cencerras para las ovejas antes de salir con sus ganados trashumantes de ovino camino de las sierras de la Alta Sanabria.

Hoy la elevada edad de muchos de los residentes alistanos y alistanas, la mayoría son ya octogenarios, les lleva a tener que dejar de lado muchas labores de la huerta. Por ello, ya es un hecho, desde hace unos años el producto estrella agroalimentario del encuentro ferial son los ajos: «Los que nosotros criábamos eran siempre de secano, no se si mejores o peores pero nos gustaban más, eran más sabrosos y aguantaban un año entero; pero ya no estamos para trabajar y cavarlos y cuidarlos bien eso lleva mucho trabajo» aseguraba Valentín Silva a sus ya noventa años. A la vera del mercado muchos volvieron a verse las caras y recordar tiempos de juventud y grandeza campesina.