Las estructuras mineras de Pino del Oro, únicas en la Península Ibérica, se transformaron ayer en un aula al aire libre para recibir a medio centenar de escolares del Instituto Pedro Duque de Leganés (Madrid), ávidos de pisar el campo para convertirse en miniarqueólogos.

De la mano de cuatro miembros del equipo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -Alejandro Beltrán, Elena Zubiarrúe, Damián Romero y Luis Arboledas- que desde 2006 ha estado investigando los yacimientos romanos, los alumnos de 1º de ESO pudieron llevar a la práctica los conocimientos adquiridos a lo largo del curso. «La educación del mundo romano siempre es un aprendizaje muy teórico; cuando hablamos de Roma siempre nos centramos en los aspectos más brillantes, como son los monumentos, pero del aspecto más cruel y duro de sometimiento y sufrimiento que ha generado. Esta es la oportunidad perfecta para poder contrastar las dos caras de la moneda» apuntaba Rafael Burguete, profesor de Geografía e Historia.

Los alumnos ya tenían una idea del terreno que pisaban gracias a la sesión previa con los investigadores que les explicaron lo que es la arqueología, cómo se trabaja en el campo, las fuentes que se utilizan o la importancia de conservar y valorar el patrimonio. Porque ayer se encontraban ante un paisaje arqueológico único, «sin ningún paralelo en la Península Ibérica ni prácticamente en todo el imperio romano» precisa Alejandro Beltrán. Y lo es por la cantidad de estructuras visibles como morteros de machacado, cazoletas para moler el mineral y liberar el oro, cortas, trincheras o sondeos.

Elementos que los escolares pudieron conocer a lo largo del itinerario arqueológico por un museo al aire libre, ideal por el grado de conservación y los restos que conserva. Pero también por las diversas disciplinas que se pueden abordar, no solo desde el punto de vista histórico, también geológico o de ciencias naturales porque no hay que olvidarse que estamos en el Parque Natural Arribes del Duero.

Elena Zubiarrúe, otra de las investigadoras del equipo del CSIC y autora de la guía didáctica que manejan alumnos y profesores sobre la zona arqueológica, ejerció como maestra explicando aspectos del asentamiento romano para hacer comprender a los escolares cómo trabajaban los pobladores la extracción del oro. La teoría se combinó con pequeños ejercicios como buscar cazoletas, zonas erosionadas, cuarzos transparentes o convertise en bateadores. El arroyo Fuentelarraya, por donde todavía corre el agua gracias a la lluviosa primavera, permitió a los más pequeños conocer el manejo de la batea ayudados por Damián Romero.

Precisamente ése ha sido uno de los lugares donde el equipo del CSIC ha realizado prospecciones, con un bateador profesional, que han permitido obtener partículas de oro y alumbrar datos sobre el volumen del mineral que explotaron los romanos entre los siglos I y II d. C. «La explotación del territorio es enorme pero las pruebas de las leyes de oro que hemos hecho nos dicen que no era una zona enormemente rica pero prácticamente todos los pilones se han explotado; el trabajo es impresionante. Y probablemente, cuando llegan aquí los romanos ya saben que hay oro», explica Alejandro Beltrán.

¿Como se ha llegado a esa conclusión?. Una pequeña excavación en el castro prerromano de «La Cigadueña» llevó a encontrar una pepita de oro en el fondo de cabañas. Eso llevó a la conclusión de que la población prerromana bateaba y «posiblemente lleva a los romanos a buscar el oro sistemáticamente; batearon todos los ríos para buscar las fuentes del oro por eso la explotación del territorio es espectacular».

El trabajo del equipo dirigido por el profesor Javier Sánchez-Palencia (Grupo Estructura Social y Territorio-Paisaje del CSIC) ha sacado a la luz interesantes datos, pero ni mucho menos los definitivos porque «no es descartable que en todo el territorio haya más minas que estén cubiertas». Por desgracia, la falta de financiación impide por el momento dar continuidad a una investigación que ha permitido identificar unos yacimientos auríferos de incuestionable importancia histórica.

¿Cuánto oro pudo extraerse de esta zona? «Las leyes de oro está en torno a un gramo por tonelada de tierra movida» precisa Damián Romero. «Se puede considerar una minería de rapiña; cogen un filón, lo explotan y abren una mina para bajar unos ocho o diez metros de profundidad, que son los que tienen mayor enriquecimiento».

Batea en mano, Damián Romero se metió en el arroyo con uno de los alumnos madrileños mientras el resto seguía con curiosidad esta primitiva extracción de oro de un caudal de agua. Fue una de las prácticas de una clase al aire libre que «viene a cerrar el proceso de lo estudiado durante todo el curso; es un compendio completo tanto de los aspectos de geografía como históricos. Y además conocemos la importancia del trabajo que ha hecho este equipo de arqueólogos y nos ha estado asistiendo en todo momento para la preparación de la actividad» apuntaba el profesor Rafael Burguete, uno de los cuatro que acompañaron a los alumnos junto a una intérprete de signos para tres niños con problemas de audición.

La ilusión con la que profesores y alumnos acudían a Zamora cumplió las expectativas, no solo de la comunidad educativa, también del equipo de investigación empeñado en poner en valor este paisaje arqueológico. «Lo importante es que el dinero que se invierte en investigación repercuta en las zonas donde investigamos -apunta Damián Romero-. Que no se quede en las meras conclusiones científicas, no nos parece una forma de trabajar sin que esto tenga una continuidad». Y tal es la causa de que ayer se desplazaran a Pino cuatro investigadores. Era algo excepcional porque el objetivo es que la guía didáctica pueda generalizarse a todos los centros escolares del país mediante una versión «on line» que se colgaría en la página del CSIC. Porque el espacio cumple todos los requisitos para aportar conocimientos multidisciplinares y geográficamente este enclave de Arribes del Duero no decepciona a quien lo descubre.

Una actividad del Instituto Pedro Duque de Leganés que se ha completado con la visita a la iglesia de San Pedro de la Nave y el Museo Provincial de Zamora.