Tras el recorrido por el paisaje arqueológico, de vuelta al pueblo de Pino, a los estudiantes aún les quedan «muchos misterios» por conocer. Por ejemplo, el lugar en el que los romanos enterraban a sus muertos. «¿Dónde están sus necrópolis?». En Pino se han hallado varios testimonios de estelas funerarias, muchas de las cuales fueron utilizadas para construir viviendas. «¡Pasea por las calles y descubre por ti mismo en las paredes, ventanas y suelos estelas romanas!», invita la guía a los reconvertidos «miniarqueólogos». Y la última etapa de esta experiencia didáctica se desarrolla de vuelta al aula, cuando se abre un periodo de reflexión sobre la visita con un mensaje muy claro: «conservar esta riqueza para el futuro». Pero, ¿qué es exactamente lo que debemos conservar?. «Los restos arqueológicos son muy importantes, pero también enseñan cosas los ríos y las rocas del entorno. El ecosistema en el que se insertan los restos arqueológicos de Pino del Oro es tan importante como los restos mismos», expone la guía a los estudiantes. No solo eso. «También las tradiciones nos hablaban del pasado, ¿no crees que es interesante recordar leyendas como la de la Sierpe o la de la tumba del Moro? Bien, pues todos estos elementos pueden ser considerados patrimonio. Dentro de él existe el patrimonio cultural, histórico, natural, inmaterial...».

El plan educativo impulsado por el equipo de arqueólogos del CSIC generará una proyección de los yacimientos romanos de Pino del Oro más allá de las visitas culturales abiertas a todos los interesados.