A las siete menos veinte de la tarde de ayer un cohete anunciaba la salida del primer toro. Apenas unos minutos más tarde, el segundo astado hacía acto de presencia en el «Camino de Moreruela», en el término municipal de Montamarta. Más de ochocientos kilos de fuerza «repartidos» entre el centenar de caballistas de distintos pueblos de la provincia que se dieron cita en los terceros encierros de la localidad de Tierra del Pan, un encuentro ya obligado dentro de la programación de la Semana Cultural de Montamarta.

Los dos toros, de la ganadería de los Hermanos Bragado de Fuentespreadas, dieron un año más el juego y el espectáculo que de ellos se esperaba. El primero salió un poco más flojo, escudriñando a los caballos y a sus jinetes durante unos minutos hasta que se «tiró» a la arena e inició el espectáculo. El segundo salió tan dispuesto y con tanta fuerza que sufrió un traspiés del que se recuperó inmediatamente para embestir a todo lo que se movía: caballistas, coches de todas las cilindradas, motos y quads.

Y fue el segundo el que dio también un buen susto, cuando puso rumbo hacia el pueblo. Fueron unos minutos de tensión, con el miedo en el cuerpo por temor a que el astado llegara a las inmediaciones de la carretera de la localidad, aunque el buen hacer de los caballistas y de parte de los asistentes lograron «arrinconar» al toro, que dio la vuelta y evitó así un buen sobresalto a los vecinos de Montamarta. Finalmente, el astado se «atrincheró» en un arroyo del que salió con la maroma para entrar en el camión que le trajo hasta este municipio de Tierra del Pan. Para entonces habían pasado más de dos horas y participantes y asistentes habían disfrutado de un gran espectáculo por la buena presencia del ganado, que dio mucho juego, y el excelente comportamiento del público que disfrutaba del encierro desde sus vehículos, ya que en ningún momento cruzaron la línea de los cincuenta metros de distancia impuesta por la organización para evitar males mayores. Los organizadores del festejo taurino habían advertido de posibles sanciones para aquellos que no cumplieran las normas, pero finalmente todo quedó en un aviso. La jornada taurina concluyó con una merienda.

Pero un día antes, los niños fueron los protagonistas de un viernes lleno de magia con el espectáculo «David Clowpperfield» a cargo de «Socialclown», compuesto por el vallisoletano David Gallego y la francesa Lucie. Los más pequeños disfrutaron con los trucos y las gracias de estos dos payasos, que recorren España con su espectáculo con el fin de recaudar fondos para viajar hasta Malaui, en el sureste de África, y repartir sonrisas durante dos meses entre los niños que viven en este país empobrecido, con una alta tasa de mortalidad infantil y una baja esperanza de vida. Estos «clown», residentes en Valladolid e Ibiza, han colaborado en otras acciones solidarias, fundamentalmente con la Fundación Vicente Ferrer.