Un móvil último modelo, una preciosa mochila para el "cole", joyas y ropa de vestir. Todo eso dio de sí el globo llegado de Beveren, una pequeña población cercana a Amberes que por caprichos del destino y de las corrientes de aire dio el aterrizar en el término municipal de Mayalde, el pasado curso, con tan buena suerte que lo encontró un vecino del pueblo, Apolinar Mata.

El agricultor, padre de una alumna del colegio de Corrales se lo entregó a su hija Lucía, quien lo llevó al centro educativo para intentar descifrar el mensaje que venía con el globo, escrito en flamenco. Con ayuda de los profesores y de Internet se logró averiguar que se trataba de una promoción de un centro comercial de Amberes, que tuvo la ocurrencia de que la gente que lo visitara lanzara globos el día de su apertura, con la promesa de un premio de 500 euros al que más lejos llegara. De la historia ya dio cuenta este diario en su día.

Lo que no sabíamos entonces era que el globo de Mayalde, el de Lucía Mata, fue el que más lejos había llegado de todos los que pulularon por el cielo desde Amberes y que aterrizaron al sur de Francia, Alemania, el norte de Italia, Austria y la República Checa. El aerostático que se cayó en la frontera entre Tierra del Vino y Sayago había recorrido nada menos que 1.590 kilómetros.

Según relata el director del colegio, José Eladio González, «por haber sido el ganador le enviaron 50 vales de 10 euros para poder gastar en cualquiera de las tiendas del Centro Comercial impulsor del concurso (Warande Shopping). La misma cantidad le enviaron a la niña que lanzó el globo». Claro que haberlo encontrado tan lejos tiene también sus inconvenientes, ya que «ni Lucía, ni sus padres, ni sus hermanos tenían intención de ir», pero hete aquí que José Eladio y familia tenían intención de hacer un viaje de vacaciones por la zona, así que se ofrecieron para intercambiar los vales por objetos que en principio podían ser útiles a Lucía.

No las tenían todas consigo los zamoranos cuando acudieron al centro comercial con sus vales en la cartera y reconocen que desconfiaban «de que aquello fuera tan fácil como entregar los vales. Mi mujer pensó que habría una compra mínima o que sólo se podría entregar uno en cada tienda. Pero se equivocaba porque en la primera que preguntamos nos dijeron que podíamos pagar con ellos sin problemas», comenta el director.

Ya de regreso, la familia viajera se acercó hasta Mayalde para entregar a la niña sus regalos, que los recibió como si hubieran venido los Reyes Magos. Como en los cuentos clásicos «y fueron felices».