Pobladura.- - Usted es historia pura y dura, un hombre alistano de pura cepa, dedicando la mayor parte de su existencia en cuerpo y alma al prójimo. ¿Cómo empieza su aventura religiosa y humanitaria?

- Nosotros estábamos estudiando el primer año de teología en Salamanca y el General de nuestra congregación de los claretianos quiso tener una experiencia de enviar seminaristas que no tenían terminada la carrera para adaptarse a la realidad latinoamericana. Esa experiencia la realizó el General de la Orden con 18 individuos destinados el año 1961 desde Salamanca a diversos puntos del mundo. Pero no resultó, ni mucho menos, fallaron muchas vocaciones, tenían que ir a tierras muy raras, con lenguas muy difíciles de entender como era la de Japón o la de China. Y al fallar esas vocaciones el general se arrepintió y al año siguiente ya no siguió con esa realidad.

- Así se vieron en tierras lejanas y sin saber qué hacer.

- Los que habíamos sido enviados tan lejos tuvimos que seguir realizando los estudios hasta terminar la carrera. Nosotros fuimos a Colombia y allí nos ordenados sacerdotes. Eramos cuatro y uno fue destinado a Venezuela, otro al Perú, otro al Panamá y otro a Bolivia. Eramos cuatro y los cuatro hemos perseverado y seguido adelante. Francisco Abejón, que está en Perú; Luis Azofra, en Panamá; José Luis Carrión, en Venezuela y Félix Manjón, que estoy en Tarija, una ciudad de Bolivia en los límites con Argentina.

- ¿Cómo sintió su ordenación lejos de sus familiares?

- Fue muy especial. Entre la alegría por haber conseguido mi objetivo y entre la tristeza porque no pudiera estar junto a mis padres y hermanos. Yo soy sacerdote desde el 19 de diciembre de 1964, fui ordenado y en un mes, el 19 de enero de 1965, ya estaba yo en Cochabamba, una de las principales ciudades de Bolivia, trabajando allí como un sacerdote misionero. Nosotros en primera instancia era destino indefinido, no había fecha de retorno, en principio, después, como fecha tope cada diez años, después cada cinco, y actualmente lo hacemos cada tres años tres meses o cada dos años, siempre dos meses.

- ¿Cuáles son sus dedicaciones en América Latina?

- Principalmente la labor que realizamos en Bolivia es la atención de parroquias, no solo urbanas sino rurales, por ejemplo mi parroquia tiene unas 10.000 almas, es una ciudad de 270.000 habitantes. Pero fuera de la circunscripción y de la ciudad tenemos 46 parroquias campesinas, del campo, casi en plena selva, a donde tenemos que desplazarnos, algunas veces caminando, unas veces en mula, otras veces en barco, depende, pero tenemos que atender a esas 46 comunidades, que son de gente humilde, pobre, del campo, y realizamos allí eucaristías y bautismos, matrimonios, tenemos algunas personas que se preparan para ser ellos los líderes de las comunidades, mediante algunos cursos catequísticos.

- ¿Nunca se ha olvidado de la tierra que le vio nacer?

- Bueno, yo he estado ya muy conectado con Aliste, incluso he tenido la oportunidad de escribir sobre Aliste, pues he publicado dos o tres libros, entre ellos "Aires de mi Tierra", he estado siempre muy unido a todo este ambiente de Aliste, y he visto que el cambio y la transformación en todos los sentidos ha sido abismal, es más, en todos los pueblos y concretamente en el mío de Pobladura, la transformación es muy grande, en el aspecto físico, en el de acercamiento, acogida, solidaridad, veo que ha habido un cambio bastante grande. He sido muy feliz al volver a estar en Pobladura, en estos ambientes frescos y de acogida, y después de esto la parada obligada en Madrid, donde tiene mi hermano un hostal, una semana, y desde ahí a emprender nuevamente el viaje en avión hasta Buenos Aires y finalmente Bolivia.

- Cuando regresa a Aliste ¿colabora con su parroquia?

- El párroco que está, Marcelino, tiene muchos pueblos y cuando sabe que estoy me deja libertad para poder realizar los actos y colaborar en alguna forma. Intentamos entonces sobre todo que los domingos le supla para que él no tenga que venir a mi pueblo y pueda ir a los otros que tiene que atender.

- ¿Qué le parece el encuentro veraniego de religiosos y religiosas por el mundo?

- Lo veo sumamente interesante. Hace ya tiempo que me había enterado de estos encuentros lo que pasa es que siempre que venía lo hacía acompañado de algunos familiares que tengo en Buenos Aires y tenía que acompañarles por ahí para enseñarles muchas cosas que no conocían y que yo ya he visto muchas veces y explicarles un poco la historia y por ese motivo no había podido venir. Esta vez he venido solo y cuando me enteré que iba a haber el último encuentro en Ufones me dije esta es la mía. La verdad es que fue algo inolvidable.

- ¿Qué destacaría de su tierra de añoranzas?

- Yo diría que lo que más me encanta aquí es la gente, porque la gentes es lo que hace que todo tenga más vida. Después el paisaje y el clima. El agua y el clima. Es un agua especial aquí. Dios se acordó de estos valles y sierras que pasaron por etapas de mucha pobreza, a partir de la guerra del 36, se acordó de que estos parajes disfruten de muchas cosas, reestructuración de los pueblos, con nuevas edificaciones, las casas, mayores comodidades, pero lo que más hace la felicidad es la unión y la armonía entre ellas.

- ¿Los rezos no están reñidos con el inconformismo?

- Yo nací en la guerra y por eso soy medio guerrero. Me gusta pelearla con todo y con todos por el bien de la sociedad y por la paz y la armonía en el mundo. Los primeros años fue tremendo, con un compañero que ha venido conmigo, está en Segovia, tuvimos que pelear fuerte en los años cincuenta, estábamos en el seminario y hasta pasábamos necesidades algunas veces; así lo exigía la situación general del país. Pero bueno todo eso se llegó a superar y pudimos perseverar, porque eramos cuarenta y tantos y quedamos para ordenarnos sólo unos doce.

«Soy alistano y siempre lo seré»

- ¿Usted procede de una tierra humilde y ha elegido otra que aún lo es más?

- Bolivia con España no se puede comparar, ni siquiera con los pueblos alistanos. Bolivia es la cola del pez. Es el pueblo más subdesarrollado de Latinoamérica, juntamente con Haití, y por lo tanto es poco lo que se puede comparar con nuestra tierra. Está surgiendo desde hace unos años atrás con motivo del descubrimiento de los hidrocarburos. Bolivia tiene unos pozos insaciables de petroleo, gas, metales y hierro. Y está ahora lógicamente tratando de comenzar a producir un montón de cosas de estas con muchos países, haciendo contratos, y contar con la ventaja Bolivia y no como antes que le echaban unas monedas y se llevaban la mejor parte. Entonces ahora Bolivia sí que se puede aprovechar de esa oportunidad.

- ¿Ser religioso en Latinoamérica va más allá de los rezos y los buenos deseos?

- El sacerdote allí tiene una participación general, está claro que no es sólo para la iglesia, sino que toma parte en todas las actividades de las personas y del pueblo, de modo que participa muchas veces del cooperativismo, casi todas las parroquias tienen cooperativas de ahorro y crédito. El misionero tiene que estar inserto en todas esas cosas y participando con ellos. Y sobre todo defendiendo los derechos humanos y todos los derechos que le correspondan a cada persona como tal.

- La lejanía es hermana de la nostalgia.

- Te puedes imaginar. Aliste es algo que cada uno lo lleva en el corazón y no lo puede olvidar. Yo tengo hermanos en Buenos Aires y les pasa lo mismo. Son gente casada que ya lleva allí 50 años. El hermano mayor tiene 80 años y el otro 77, Ricardo y Domingo, y las sobrinas que yo he casado. En buenos Aires tengo unos treinta parientes inmediatos que visito de vez en cuando, en la frontera. Soy alistano, presumo de ello y siempre lo haré.