Las asociaciones forestales de Castilla y León exigen mejorar la gestión para frenar los incendios

La conservación de los bosques pasa, aseguran, por lograr que la rentabilidad del sector revierta en los habitantes de la zonas rurales

El presidente de Fafcyle, Jesús Pestaña, y el responsable de nuevas tecnologías de Cesefor, Rodrigo Gómez, presiden el desayuno informativo ‘Por qué los incendios se apagan en invierno’, con motivo de la celebración del Día Internacional de los Bosques

El presidente de Fafcyle, Jesús Pestaña, y el responsable de nuevas tecnologías de Cesefor, Rodrigo Gómez, presiden el desayuno informativo ‘Por qué los incendios se apagan en invierno’, con motivo de la celebración del Día Internacional de los Bosques / LETICIA PÉREZ - Ical

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La Federación de Asociaciones Forestales de Castilla y León (Fafcyle) ha apostado en Valladolid por las concentraciones de las explotaciones de la iniciativa privada y pública, ante el “grave” problema de minifundismo, y la adecuada gestión del territorio para frenar los incendios que asolan cada año la Comunidad. No en vano, aseguró que la conservación de los bosques pasa “necesariamente” por aumentar la sustentabilidad en términos económicos y que la rentabilidad del sector forestal revierta en los habitantes de las zonas rurales. En definitiva, “vivir del monte, apaga incendios”. 

Con motivo del Día Internacional del Árbol, que se celebra mañana martes, Facyle y la fundación Cesefor organizaron la jornada ‘Por qué los incendios se apagan en invierno’, en la que se puso de manifiesto el papel relevante de los bosques ya que el 51 por ciento de la superficie de Castilla y León es forestal. Y de ese porcentaje, el 45 por ciento corresponde a más de 713.000 propietarios privados, que acumulan 2,1 millones de hectáreas. La gerente de Fafcyle, la zamorana Olga González, subrayó que el problema reside en el tamaño medio de la propiedad privada, que es de 3,1 hectáreas.

“Esto es muy difícil de gestionar de forma individual por lo que se requiere una planificación general del territorio. De poco vale que parte del territorio esté planificada cuando al lado hay combustible que quemar en zonas sin caminos, cortafuegos ni balsas de agua, además de dificultar el acceso delos medios de extinción”, aseveró. Por su parte, los 5.400 propietarios públicos acumulan 2,6 millones de hectáreas, lo que supone un tamaño medio de cada explotación de 490 hectáreas. 

González recordó, según recogió la Agencia Ical, los “muchos” problemas que tiene la propiedad forestal como el tamaño de las parcelas que trae consigo una falta de rentabilidad económica, lo que, a la postre, desincentiva invertir en su mejora. En este sentido, lamentó que los propietarios de montes y bosques solo acceden al tres por ciento de los fondos de la Política Agrícola Común (PAC). “El que está al principio de la cadena debe recibir algo de dinero, al igual que ocurre con los agricultores para acometer las concentraciones parcelarias y la modernización de los cultivos. En el mundo forestal, se necesita planificar y modernizar los territorios y las explotaciones por que hablamos de productos de poco valor, que motiva que los propietarios no inviertan, pero con amplia proyección de futuro”, precisó. No en vano, destacó que custodian 400 millones de árboles en Castilla y León. 

Las bondades de los bosques

En la misma línea, se pronunció el presidente de Fafcyle, Jesús Pestaña, quien demandó tomar conciencia de las “bondades” de los bosques y eso pasa por que las generaciones presentes y futuras cuiden y aprovechen su desarrollo. También coincidió en que la estructura de la propiedad limita “fuertemente” el sector, con parcelas forestales muy pequeñas lo que se traduce en una rentabilidad “absolutamente nula”. De ahí que expusiera que la gestión forestal sea “pobre” y “deficiente”. 

A su juicio, no es motivo para alardear la cantidad de superficie forestal que tiene la comunidad sino cuidarla bien por que proporciona beneficios indirectos importantes para el bien común como el mantenimiento de la biodiversidad, la reducción de los incendios forestales, la conservación de los espacios naturales, la captura de CO2, el mantenimiento del paisaje, del suelo, la calidad de las aguas y los ciclos hidrológicos y erosivos. 

En cuanto a los incendios forestales, Fafcyle hizo hincapié en la necesidad de centrarse en la prevención y concentrar la mayor parte de los recursos en esta materia en lugar de la extinción, consciente de que hay mucho combustible en el monte, agravada por la transición entre lo rural y lo urbano que ha despoblado los pueblos, y la falta de dispositivos de voluntarios para ayudar a apagar las llamas en los montes y bosques, cuando se produce un incendio.