Si algo ha dejado en evidencia la pandemia del COVID-19 es que la hasta hace unos meses cenicienta del sistema sanitario, la Atención Primaria, ha sido clave para controlar la pandemia, y que como puerta de entrada ha dado el do de pecho para atender patología covid y no covid, y todo pese a la sobrecarga que ya tenía y que desde marzo ha crecido de manera exponencial.

Esta situación ha obligado a la Consejería de Sanidad a poner todo el ingenio sobre la mesa, para acabar con lo innecesario, aquello que no aporta valor, y avanzar en eficiencia, para lo que ha optado por una “reorganización exprés” de los centros de salud que afecta a las consultas de médicos, enfermeros y administrativos, y que ha supuesto la oportunidad de avanzar en el desempeño profesional de algunas categorías, como el de las enfermeras.

Por un lado, Sacyl ha creado “auténticas unidades administrativas de Atención Primaria” para protocolizar y evitar que lleguen a las consultas aspectos que son propios de este personal que, además, son los que mejor preparados están para resolverlos, explican fuentes de Sanidad.

Esto ha conllevado la reducción de la burocracia en las consultas, a lo que ha contribuido también que no sea necesario un informe médico para la declaración responsable para el uso de las mascarillas.