El turismo rural de Castilla y León siguió viviendo el pasado mes de junio los devastadores efectos de la pandemia por el COVID-19, con una caída en el número de pernoctaciones de un 83,53%, quedándose en 23.835 frente a las 144.747 del ejercicio precedente en el mismo mes, un descenso notablemente más acusado que el registrado a nivel nacional, al que supera en más de diez puntos (73,52% de caída en el conjunto del Estado), hasta las 279.292 pernoctaciones, según recoge la Encuesta de Ocupación en Alojamientos Turísticos Extrahoteleros publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y recogida por Ical. 

Según estos datos, la situación fue similar en el caso del número de viajeros, que se desplomó en un 87,15% hasta quedarse en Castilla y León en solo 10.046 frente a los 78.154 de un año antes. A nivel nacional, descendió un 73,42% (casi catorce puntos menos) hasta los 116.719 viajeros frente a los 439.082 del año pasado. 

De los 10.046 viajeros que tuvo el turismo rural de Castilla y León en junio, solo 189 personas eran residentes en el extranjero, y la estancia media de los turistas en los alojamientos fue de 2,37 días, muy similar a la media registrada en el conjunto del país (2,39 días). 

En los alojamientos de turismo rural de la comunidad se ocuparon el 5,98% de las plazas, un 60% que en junio de 2019, mientras que en el fin de semana creció hasta el 13,87% (un 60,5% menos que el año previo) y por habitaciones, hasta el 9,54%. El personal empleado se situó en 2.539 trabajadores, para un total de 1.632 alojamientos rurales que permanecieron abiertos, con 13.268 plazas ofertadas.