La Plazuela, denominación popular dada a una de las dos gitanerías más determinantes de Jerez, el Barrio de San Miguel, estará perfectamente representada en la sede social de La Peña en forma de saga flamenca. Será la noche del sábado 19, en actuación privada para sus socios e invitados. Padre e hijo. Padre al cante, hijo al toque.

Luis Moneo Lara, Luis Moneo para el arte, nació en el citado barrio jerezano hace cincuenta y seis años. Hermano menor de dos auténticos iconos, los más representativos por esos aires en los últimos años y, ahora, cantaores de culto: Manuel Moneo y El Torta. El último en dejarnos fue precisamente el mayor de los tres, Manuel, y lo hizo el pasado diecinueve de diciembre, dos días antes de que su sobrino, e hijo de Luis, visitara Zamora para ponerle ritmo a la Zambomba.

El menor –y único que nos queda de tan ilustre casa flamenca-, Luis, es un cantaor, como digo, distintivo del cante de la albariza tierra, más largo que sus hermanos, y en cierta medida más docto musicalmente hablando. No se puede olvidar que sus inicios en el universal arte fueron con la bajañí, instrumento que domina con auténtico virtuosismo y demostrada profesionalidad, acompañando durante muchos años a grandes cantaores, empezando por sus parientes. A esta faceta de tocaor hay que sumarle su larga trayectoria como cantaor para atrás. Es decir, que ha cantado para lucimiento del gran Antonio El Pipa o la consistente María del mar Moreno, entre otros grandes de la danza. Después de colaborar en diversas grabaciones con diferentes artistas, hace unos meses presentó en sociedad su primer –y redondo, hay que añadir- trabajo discográfico. Completo, con mucho gusto y buena documentación, lo que lo convierte en registro sonoro obligado. Su título “Mi cante, mi palabra” constituye toda una declaración de intenciones de la verdad que nos encontramos dentro.

Juan Manuel Moneo, es un consumado maestro de las seis cuerdas. Sin duda ha bebido en los claros manantiales ofrecidos por su padre, pero también él ha puesto su empeño hasta convertirse en uno de los tocaores más sólidos del toque jerezano. Lo hemos disfrutado en numerosas ocasiones en nuestra ciudad, la última, como he mencionado, en la pasada Zambomba y poco antes en el Festival Flamenco de Zamora del pasado año.

La noche promete de lo lindo. El entorno acompaña, la afición selecta empuja y los Moneos pondrán el resto. Esto es, su étnico y ancestral arte.